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El explorador chino [[Zhang Qian]], que visitó los reinos fronterizos de [[Bactria]] y [[Sogdiana]] ([[126 a. C.]]), elaboró el primer informe escrito en chino que se conoce acerca del Imperio Parto. En sus escritos, Qian llama ''[[Anxi (Partia)|Anxi]]'' a Partia.<ref>En chino: '''安息''', término resultante de la transliteración de ''arsácida'', el nombre de la dinastía parta.</ref> Qian describe a Partia como una avanzada civilización de carácter urbano que producía grano, uva, monedas de oro y artículos de cuero;<ref>[http://www.megalithic.co.uk/article.php?sid=18006 ''Silk Road, North China'', C. Michael Hogan, The Megalithic Portal, ed. A. Burnham (2007)]</ref> El explorador chino compara la prosperidad de Partia con la de las culturas de [[Dayuan]] (en [[Fergana|Ferghana]]) y [[Daxia]] (en Bactria). |
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Following Zhang Qian's embassy and report, commercial relations between China, Central Asia, and Parthia flourished, as many Chinese missions were sent throughout the 1st century BC: |
Following Zhang Qian's embassy and report, commercial relations between China, Central Asia, and Parthia flourished, as many Chinese missions were sent throughout the 1st century BC: |
Revisión del 22:24 22 dic 2008
Ilustración
Movimiento de carácter intelectual desarrollado en la Europa del S. XVIII (especialmente en Francia) que puso en cuestión los principios del Antiguo Régimen (con este nombre definimos a las sociedades europeas de la Edad Moderna que habían superado la etapa medieval y feudal con un modo de vida basado en el absolutismo monárquico, la sociedad estamental y la agricultura de carácter señorial)
La Ilustración tuvo sus precedentes en dos pensadores ingleses, John Locke e Isaac Newton. Locke criticó el absolutismo y planteó, por primera vez, la división de los tres poderes. Con Newton nació el método científico, basado en la observación y en la comprobación de los hechos planteados.
Los ilustrados tenían una fe absoluta en la razón como único medio para entender el mundo. Nada podía sustituir a la razón, y todo aquello que esta no pudiera aceptar o entender debía ser rechazado como superstición. Asimismo, los ilustrados creían que la humanidad, conducida por su inteligencia, era capaz de alcanzar el conocimiento, base de la felicidad y objetivo último de la vida humana. Por ello, eran firmes partidarios de la educación y del progreso, así como de la mejora paulatina de las condiciones de vida.
Este movimiento defendió la tolerancia como base para entender las relaciones humanas, y criticó la intolerancia religiosa. Aunque la mayor parte de los ilustrados eran creyentes, negaron la superioridad de una religión sobre las demás y defendieron la necesidad de establecer unos códigos morales dictados por la razón.
Principios de la Ilustración
Las ideas ilustradas fueron difundidas por una serie de filósofos y pensadores, fundamentalmente franceses (Voltaire, Rousseau, Montesquieu, Diderot y D’Alembert):
Pensamiento Social
Los ilustrados defendieron en sus escritos las ideas de libertad e igualdad y se opusieron a la sociedad estamental a consecuencia de la creencia de que todos nacemos libres e iguales. Apoyaron la movilidad social y el mérito en función de la valía y la inteligencia de cada uno.
Pensamiento Económico
Ante el mercantilismo (doctrina económica que defendía la acumulación de metales preciosos como base de la riqueza y el comercio como el mejor método para conseguirlos) se impuso la fisiocracia.
En contraste, los fisiócratas defendieron la agricultura como base de la riqueza de un país al permitir a los campesinos subsistir, y acumular e intercambias productos. Asimismo, los fisiócratas defendieron la propiedad privada y la liberalización del comercio y de la industria, y se opusieron a la intervención del Estado en la economía.
Pensamiento Político
Las ideas ilustradas se opusieron al absolutismo monárquico y configuraron una nueva doctrina política: el liberalismo.
Montesquieu defendió la división de los tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) y la independencia del poder judicial.
Rousseau definió el contrato social:
Sólo la voluntad general puede dirigir las fuerzas del Estado. (…) El pueblo sometido a la ley debe ser el protagonista. El poder legislativo pertenece al pueblo y tan sólo de él puede emerger. (…) Toda ley que no haya sido ratificada por el pueblo es nula. (…) Para asegurar las leyes, es necesario un gobierno, pero el gobierno es tan sólo un representante del pueblo soberano. (…)[1]
Y planteó el principio de soberanía nacional: el poder emana del libre consentimiento del pueblo expresado mediante el voto.
Voltaire defendió la necesidad de un Parlamento que limitase el poder del monarca y de un sistema fiscal que no recayese exclusivamente en el pueblo
La “Enciclopedia”
Dos filósofos ilustrados franceses, Diderot y D’Alembert pusieron en marcha un ambicioso proyecto cultural, la “Enciclopedia”, una enorme obra que englobaba todo el conocimiento de la época y que contó con la participación de los principales escritores ilustrados de la época.
Comenzó a publicarse en 1751 y su gran éxito contribuyó a la expansión de las ideas ilustradas y de las luces y a la proliferación de academias y salones a lo largo y ancho del continente europeo.
Dos de los artículos más importantes de esta obra fueron los de ‘’igualdad natural’’ y ‘’libertad natural’’, ejemplos de los ideales ilustrados:
La igualdad natural o moral está fundamentada en la constitución de la naturaleza humana común a todos los hombres, que nacen, crece, subsisten y mueren de la misma manera. El primer estado que el hombre adquiere en la naturaleza, y que se estima como el más preciado de todos los bienes, es la libertad.[2]
Todos los hombres nacen libres, es decir, no están sometidos al poder de un superior.[3]
La quiebra del absolutismo
En el S XVII se produjeron en Gran Bretaña y Holanda una serie de transformaciones políticas que limitaron el poder de la monarquía. Asimismo, las ideas ilustradas condujeron a una serie de experiencias reformistas conocidas con el nombre de ‘’”despotismo ilustrado”’’’
Los Estuardo: el fin del absolutismo británico
Desde la Edad Media, en Inglaterra el poder real se encontraba limitado por la acción de dos cámaras: la de los nobles y clérigos (Lores) y la de los burgueses, representantes de las ciudades (Comunes). El monarca necesitaba del consentimiento de estas dos cámaras a fin de declarar la guerra o cobrar impuestos.
Sin embargo, en el S. XVII, una nueva dinastía, la de los Estuardo, trató de reinar sin el control del Parlamento, y procedió a detener y ajusticiar a sus opositores. La tensión política originada por los incidentes causó el estallido de un conflicto civil entre los defensores del Parlamento y los de la monarquía. Dicho conflicto finalizó en 1649, cuando Carlos I fue detenido y ejecutado. Tras esta muerte se proclamó la República.
Sin embargo, Oliver Cromwell, líder de los revolucionarios, acabó transformando la República en una dictadura militar. Tras su muerte (1660) el Parlamento restableció la monarquía.
No obstante, esta restauración absolutista tenía como condición que el nuevo monarca, Carlos II, se sometiera al control parlamentario. En 1679 el Parlamento votó a favor del Habeas Corpus (ley por la cual el cuerpo de una persona sometida a detención o reclusión debía ser llevado ante un tribunal que llevara a cabo una investigación completa acerca de la legalidad de la misma), que garantizaba las libertades individuales.
Diez años después una segunda revuelta provocó el fin de la monarquía absoluta de los Estuardo. Entonces el Parlamento ofreció la corona a Guillermo de Orange, que tuvo que jurar el Bill of the Rights (declaración de derechos), que limitaba sus poderes y sometía ciertas decisiones al control del Parlamento.
Por todo ello, Gran Bretaña constituye el primer ejemplo de una monarquía de poder militado, en la que el Parlamento designaba al primer ministro de entre sus miembros. Los tres poderes estaban separados y el tercer poder, la justicia, era independiente.
Además, en Gran Bretaña los ciudadanos tenían garantizadas sus libertades y derechos. Los filósofos franceses de la Ilustración se basaron en el modelo político británico a la hora de construir su propio pensamiento político, casi un siglo más tarde.
El despotismo ilustrado
Ciertos monarcas europeos como Catalina de Rusia, Federico II de Prusia, María Teresa de Austria y Carlos III trataron de compatibilizar el concepto de absolutismo monárquico con la idea de progreso, racionalización y modernización de la Ilustración.
Los déspotas ilustrados y sus ministros promovieron un cierto reformismo con el objeto de actuar a favor del pueblo, el lema “todo para el pueblo pero sin el pueblo” define a la perfección el carácter del despotismo ilustrado.
Los objetivos del reformismo despótico ilustrados fueron la liberalización parcial de la industria y del comercio, el desarrollo de las manufacturas, la modernización de la agricultura y la mejora de la educación.
Sin embargo, era imposible llevar a cabo una reforma en materia económica y fiscal sin destruir los principios de absolutismo monárquico y de sociedad estamental. Las contradicciones de esta vía reformista abrieron la puerta a las revoluciones liberales del S. XIX.
Ilustración en España
En España, al igual que en el resto de Europa, surgió, en el S. XVIII, un grupo de pensadores ilustrados.
Estos ilustrados se marcaron como objetivos principales la modernización de la cultura española, el crecimiento económico, la reforma de la sociedad, y la mejora de la educación y de la agricultura. Entre ellos destacaban el Conde de Aranda, el Conde de Campomanes, el Conde de Floridablanca, Pablo de Olavide y el Marqués de la Ensenada.
Sin embargo, la ausencia de amplios grupos burgueses, el conservadurismo de los medios intelectuales y el enorme peso de la Iglesia Católica dificultaron la difusión de las ideas ilustradas, lo que obligó a que un considerable número de ilustrados acabaran colaborando con la monarquía.
Este grupo encontró un eficaz apoyó en Carlos III (1759 – 1788), que se rodeó de los principales ilustrados de la época.
Los objetos de la reforma económica de Carlos fueron la liberalización parcial del comercio y de la industria, la creación de manufacturas reales y la protección de las privadas, el establecimiento de la industria, el impulso de una mejora en el sector agrario (cuya producción estuvo estimulada por la expansión demográfica europea del S. XVIII). A consecuencia de todo ello, la situación económica mejoró notablemente, pero no se logró hacer frente al principal problema: la escasa demanda provocada por la pobreza del campesinado. Los ilustrados insistieron en la necesidad de una reforma agraria que pusiera fin a la concentración de tierras en manos de los privilegiados:
No hay duda de que, como he dicho, uno de los mayores males que padecemos es la desigual repartición de tierras y que las más de ellas están en pocas manos. (…) Que la demasiada extensión de las tierras de labranza hace que éstas se cultiven mal y no todas, pues el mismo terreno que, puesto en muchas manos, se sembraría todos los años, (…) reducido a uno solo, queda en la mayor parte inculto y el que se labra es de un modo defectuoso.[4]
La verdadera causa por la cual no hay fábricas florecientes en España, y por la que se han extinguido de dos siglos hacia aquí más de la mitad, nace verdaderamente de la tenacidad con la que se oprime la libre circulación de los productos de la agricultura y su justa estimación, cosa que es causa del empobrecimiento general.[5]
Otros puntos del programa reformista de Carlos III fueron:
- Imponer la autoridad real sobre la Iglesia, hasta llegar a expulsar a los jesuitas de España (1767).
- Crear nuevas escuelas dedicadas a la enseñanza primaria y reformar los estudios universitarios.
- Decretar honestas todas las profesiones (1783).
- Impulsar y proteger las Sociedades Económicas de Amigos del País, dedicadas a fomentar la agricultura, la industria y el comercio.
- Limitar los privilegios de la Mesta e impulsar la colonización de nuevas tierras.
- Liberalizar los precios del trigo (1765).
- Decretar la libertad de comercio con América para todos los puertos españoles (1778).
La revolución americana
Las trece colonias británicas establecidas en la costa este de América del Norte protagonizaron, en el S. XVIII, la primera insurrección colonia contra una metrópoli, y constituyeron el primer gobierno basado en las ideas de libertad e igualdad.
Los colonos americanos, conocedores del proceso político británico, y animados por las ideas de libertad, igualdad y tolerancia que llegaban de la Europa ilustrada decidieron enfrentarse al dominio británico.
Causas
Los colonos americanos no estaban de acuerdo con las tasas e impuestos, ni con el monopolio comercial que Gran Bretaña ejercía sobre su territorio. A consecuencia de que la ley no les otorgaba representación política alguna en el Parlamento de Londres, decidieron hacer caso omiso de unas leyes que no habían sido votadas por sus representantes.
El 4 de julio de 1776 se redactó de Declaración de Independencia, que contenía los principios revolucionarios: derecho a la libertad y a la felicidad, y el deber por parte de las instituciones administrativas y gubernamentales de respetar los “derechos inalienables” de los ciudadanos.
Creación de los Estados Unidos
El conflicto contra la metrópoli fue largo y muy duro, y los insurgentes contaron con el apoyo de numerosos voluntarios europeos, esencialmente franceses. Los británicos no reconocieron la independencia del territorio estadounidense hasta su derrota en Yorktown (1783). George Washington, líder de los revolucionarios, fue designado primer presidente de los Estados Unidos.
En 1787 se redactó la primera Constitución escrita de la historia, que establecía la división de poderes, y una forma de gobierno republicana con amplios poderes para el presidente y con una estructura federal con amplia capacidad de autogobierno para los distintos territorios que conformaban el territorio del nuevo país.
Por encima de los territorios se situaba el gobierno federal, encargado de los asuntos exteriores, de la defensa, de la moneda, y de las finanzas.
La constitución se complementó con la Declaración de Derechos, que garantizaba la libertad de expresión, de asociación, de reunión, de religión y el derecho a ser juzgado por un jurado. Además, nadie podía ser despojado de su vida, libertad o propiedades sin un juicio previo.
Los “vientos de libertad” que llegaron a Europa desde la América revolucionaria contribuyeron al odio, ya bien arraigado, hacia las monarquías absolutistas.
Referencias
Partia
De en:Parthia
Partia[2] (persa medio: اشکانیان Ashkâniân) fue una civilización irania que habitó los territorios correspondientes al noreste de Irán. El Imperio Parto perduró durante cuatrocientos años, y en el apogeo de su poder llegó a controlar toda Irán, así como regiones de Armenia, Iraq, Georgia, el este de Turquía, el este de Siria, Turkmenistán, Afganistán, Tajikistán, Pakistán, Kuwait, el Golfo Pérsico, la costa de Arabia Saudí, Bahrein, Qatar, Líbano, Israel, Palestina y los Emiratos Árabes Unidos[3] El Imperio Parto estuvo dirigido por la dinastía arsácida - la tercera dinastía irania nativa tras los medos y los aqueménidas - la cual gobernó sobre toda la meseta irania tras derrotar y deponer al imperio helenista de los seléucidas (S. III a. C.), amen de controlar de forma intermitente Mesopotamia entre 150 a. C. y 224. En numerosas ocasiones entraron en conflicto con el Imperio Romano.
Partia nació como un pequeño reino independiente cuando el nomadismo de escitas y parnos (los asirios les llamaban Ashkuz)[4] les condujo a asentarse en estos territorios. En esta situación, dichas tribus desarrollaron un poderío político, económico y militar durante el reinado de Mitrídates el Grande (171 a. C. - 138).[5] En la cúspide de su poder, la influencia parta alcanzaba territorios tan distantes como Ubar (Arabia), nexo de las rutas comerciales de olíbano; donde se han hallado cerámicas de estilo parto. El poder de los primeros partos parece haber sido sobrestimado por los historiadores antiguos, quienes no consiguieron diferenciar claramente entre el poderoso imperio que se enfrentó en tantas ocasiones a los romanos y el débil imperio del S. III a. C. Su desintegración se produjo en el año 224, cuando los partos, mal organizados y administrados, y encabezados por el último de sus reyes, fueron derrotados por uno de sus vasallos, los sasánidas.
A causa de la ausencia de literatura propia, la dinastía arsácida es relativamente desconocida si la comparamos con la aqueménida o la sasánida. La historia del Imperio Parto deriva de relatos foráneos corroborados por descubrimientos de monedas e inscripciones; incluso el nombre de esta civilización ha sido motivo de una enorme controversia como consecuencia de la falta de documentos nacionales. Varios autores griegos como Apolodoro de Artemita e Isidoro de Charax - de los cuales conservamos parte de sus obras - escribieron en territorios controlados por los partos, así que sus escritos son muy importantes a la hora de estudiar a esta civilización. Parece ser que su poder estaba basado en una combinación de tropas montadas nómadas expertas en la guerra de guerrillas, así como en su capacidad a la hora de conducir y administrar un vasto imperio - a pesar de que nunca alcanzaron el poder de los persas que les precedieron y sucedieron. Los reinos vasallos conformaban parte de su territorio (Tigranes II de Armenia), y las ciudades helenísticas disfrutaban de una cierta autonomía, e incluso los artesanos de dichas ciudades a menudo eran contratados por los partos.
Satrapía seléucida
En sus inicios, Partia era un territorio situado al sudeste del Mar Caspio, y ubicado entre la cordillera de Kopet Dag al norte y desierto de Dasht-e-Kavir al sur. Fue una satrapía del Imperio Aqueménida desde 550 a. C., cuando Ciro II el Grande la creó; hasta que Alejandro Magno la conquistó, anexionándola al Imperio Persa (330 a. C.).[6] Tras el fallecimiento de Alejandro se firmó el Pacto de Babilonia (323 a. C.), en virtud del cual se concedía la administración del territorio a Nicanor. En 320 a. C. se firmo el Pacto de Triparadiso, el cual confería el mando de la zona a Filipo; a quien sucedió Peitón. Desde 311 a. C., entró a formar parte del Imperio Seléucida, siendo administrado por varios sátrapas imperiales.
Durante los reinados de Antíoco I Sóter y Antíoco II Theos administró el territorio Andrágoras, último de los sátrapas seléucidas de Partia.[7] Este hombre trató de independizarse del Imperio Seléucida mientras éste se encontraba enfrentado con el Egipto Ptolemaico, y, a fin de desafiar a sus amos, emitió monedas con su nombre y su efigie coronada por una diadema imperial.[8] Fue vecino, coetáneo y aliado de Diodoto I de Bactria, otro adversario de los seléucidas que trataba de lograr la independencia de esta región, el futuro Reino Grecobactriano.[9]
Imperio Parto
Cuando la satrapía parta obtuvo la independencia de los seléucidas, una tribu irania oriental natural de Asia Central - los parnos - se trasladó a la meseta iraní, entrando el conflicto con ellos. El conflicto se decantó a favor de los invasores como consecuencia de su superioridad logística y militar, evidenciada en sus tropas montadas; eran soberbios jinetes, expertos en el disparo parto[10] Arsaces, líder de los vencedores, derrocó a Andrágoras y estableció un nuevo reino independiente del Imperio Seléucida asentado en las tierras de Turkmenistán y del norte de Irán.
Él [Arsaces] estaba habituado a una vida de saqueos y robos cuando tuvo noticias de la derrota de Seleuco frente a los galos. Liberado del temor que le inspiraba el rey, atacó a los partos con una banda de ladrones, venció a Andrágoras, y, una vez le hubo asesinado, tomó el control sobre esta nación.[11]
Los descendientes de Arsaces reinaron libres de los seléucidas hasta el año 209 a. C., cuando Antíoco III invadió Partia; tomó la capital Hecatompilos, y avanzó hacia Hircania. Arsaces II solicitó el cese de las hostilidades, mas se vio forzado a someterse a la autoridad seléucida. Controlada Partia, Antíoco se trasladó al este, donde combatió a Eutidemo I del Reino Grecobactriano durante tres años. Finalizado el conflicto, el monarca seléucida se trasladó a la India.
No fue hasta bien entrado el S. II a. C. que Partia fue capaz de beneficiarse del declive seléucida. Mitrídates I derrotó a Eucrátides y anexionó Herat y Arius, la zona oriental del territorio bactriano (Tapuria y Traxiane). El daño causado a la libre circulación comercial con China a través de la Ruta de la Seda condenó al Reino Grecobactriano y al Reino Indogriego.
Los monarcas seléucidas trataron desesperadamente de controlar la expansión parta, lo que llevó a Antíoco IV a liderar una campaña contra los nuevos estados iranios. Tras su fallecimiento (164 a. C.), los partos utilizaron las habituales disputas dinásticas a fin de fortalecer su posición.
En 139 a. C. Mitrídates I capturó a Demetrio II, manteniéndolo como rehén durante diez años, mientras sus tropas arrasaban Mesopotamia y Media.
En 129 a. C. los partos tenían el control absoluto de los territorios situados al este del Tigris. En esta situación, decidieron establecer sus campamentos de invierno a orillas de Ctesifonte, una urbe situada cerca de este río; la importancia de esta decisión radica en que al otro lado del río se encontraba Seleucia del Tigris,[12] capital seléucida de Mesopotamia. Como consecuencia de su necesidad de continuar comerciando con esta ciudad, los ejércitos partos habían limitado sus incursiones y permitido a la ciudad preservar su independencia. Cuando llegaba el caluroso verano mesopotámico, las tropas partas se retiraban a las capitales persas de Susa y Ecbatane (Hamadán).
A partir de 130 a. C. Partia tuvo que hacer frente a numerosas incursiones de los escitas nómadas durante las cuales Fraates II y Artabano I fueron asesinados. Una nueva invasión de los escitas c. de 90 a. C. elevó al trono a su líder, Sinatruces.
Gobierno
Tras las conquistas de Media, Asiria, Babilonia y el Imperio Elamita, los partos habían constituido un imperio en toda regla. La otrora élite de estos territorios estaba constituida por ciudadanos griegos, a consecuencia de lo cual los reyes partos se vieron forzados a adaptar su vestimenta al estilo heleno. Se respetaron los derechos de las ciudades y las administraciones civiles sólo fueron levemente modificadas. La numismática ofrece un dato interesante: las leyendas fueron escritas empleando el alfabeto griego hasta el S. II., en pleno declive cultural del imperio.
Otra importante fuente de inspiración para los monarcas partos fue la dinastía aqueménida; la cual había reinado sobre Persia en una ocasión. Los cortesanos, que se trasladaban de capital a capital con los monarcas, hablaban persa y escribían en pahlavi. Asimismo, los reyes utilizaban el título de «rey de reyes», un título adecuado como consecuencia de que su reino reunía a dieciocho reinos vasallos tales como la ciudad estado de Hatra, el reino de Characene y el Reino de Armenia.
El Imperio Parto carecía de una centralización administrativa, cultural y territorial: existían diversos idiomas, ciudadanos de diferentes razas, amen de sistemas económicos distintos. No obstante, la ausencia de lazos culturales entre las diferentes regiones del imperio constituyó un factor clave para su supervivencia, ya que los romanos conquistaron Ctesifonte en tres ocasiones (116, 165 y 198); la descentralización política posibilitó el traslado de la capital merced a la existencia de varios centros de poder. Por otro lado, el hecho de que el Imperio fuera una simple unión de reinos, provincias y ciudades-estado le debilitó en numerosas ocasiones; este factor fue clave en la interrupción de la expansión imperial tras las conquistas de Mesopotamia y Persia.
El poder de los aristócratas locales obligaba al rey a respetar sus privilegios. Varias familias nobles tenían derecho a votar en el Consejo Real; la Casa de Surena tenía el honor de coronar al emperador parto. Asimismo, cada aristócrata debía mantener un ejército propio. Cuando un monarca débil ocupaba el trono las divisiones existentes entre la nobleza se tornaban devastadoras para el Imperio.
Los distintos territorios imperiales eran sorprendentemente independientes; se les permitía emitir su propia moneda, un honor muy raro en esa época. En la medida que la élite local de cada uno de estos territorios tributaba efectivo al monarca parto, éste interfería más o menos en los asuntos internos de la zona. El sistema funcionaba bien: ciudades como Ctesifonte, Seleucia, Ectabana, Rhagae, Hecatompilos, Nisa y Susa florecieron.
Los tributos constituían la principal fuente de ingresos; asimismo, los partos controlaban la Ruta de la Seda - ruta comercial entre el Mar Mediterráneo y China.
Idioma parto
El pahlavi arsácida, más comúnmente conocido como parto es una lengua muerta de origen parto derivada de los antiguos dialectos iranios.[13] Fue idioma oficial del estado durante el reinado de la Dinastía Arsácida (248 a. C. - 224) y cooficial a comienzos del de la Sasánida. Se transcribe usando la escritura pahlavi.
Contactos con China
El explorador chino Zhang Qian, que visitó los reinos fronterizos de Bactria y Sogdiana (126 a. C.), elaboró el primer informe escrito en chino que se conoce acerca del Imperio Parto. En sus escritos, Qian llama Anxi a Partia.[14] Qian describe a Partia como una avanzada civilización de carácter urbano que producía grano, uva, monedas de oro y artículos de cuero;[15] El explorador chino compara la prosperidad de Partia con la de las culturas de Dayuan (en Ferghana) y Daxia (en Bactria).
Anxi está situada varios cientos de li al oeste de la región del Gran Yuezhi (en Transoxonia). Sus gentes se asientan a lo largo del territorio; cultivando los campos y produciendo arroz y trigo. De las uvas se produce vino. Existen ciudades amuralladas como la que tiene el pueblo de Dayuan (Ferghana); el país alberga varios cientos de ciudades de distintos tamaños. Las monedas nacionales están hechas de plata y tienen tallada la efigie del monarca. Cuando un rey fallece, se cambia la moneda de inmediato y se emiten nuevas con el rostro de su sucesor. El pueblo escribe en forma horizontal sobre tiras de cuero. Al oeste se encuentra Tiaozhi (Mesopotamia) y al norte Yancai y Lixuan (Hircania).Zhang Qiantrad. Burton Watson,Shiji, 123.
Following Zhang Qian's embassy and report, commercial relations between China, Central Asia, and Parthia flourished, as many Chinese missions were sent throughout the 1st century BC:
The largest of these embassies to foreign states numbered several hundred persons, while even the smaller parties included over 100 members... In the course of one year anywhere from five to six to over ten parties would be sent out."Zhang Qiantrans. Burton Watson, Shiji
The Parthians were apparently very intent on maintaining good relations with China and also sent their own embassies, starting around 110 BC:
When the Han envoy first visited the kingdom of Anxi (Parthia), the king of Anxi dispatched a party of 20,000 horsemen to meet them on the eastern border of the kingdom... When the Han envoys set out again to return to China, the king of Anxi dispatched envoys of his own to accompany them... The emperor was delighted at this."Zhang Qiantrans. Burton Watson, Shiji, 123
In 97 BC, the Han general Ban Chao formed direct military contacts with the Parthian Empire and establish military bases as far west as the Caspian Sea with his cavalry of 70,000 men during expeditions against the Xiongnu, while protecting the trade routes now known as the Silk Road.
Parthians also played a role in the Silk Road transmission of Buddhism from Central Asia to China. An Shih Kao, a Parthian nobleman and Buddhist missionary, went to the Chinese capital Luoyang in 148 where he established temples and became the first man to translate Buddhist scriptures into Chinese.
- ↑ Anuncio de la exhibición del Metropolitan Museum of Art.
- ↑ Partia deriva del latín Parthia, que a su vez deriva del persa Parthava-, una variante dialéctica del término Parsa-, del que deriva el nombre de Persia. Parece ser que Ashkanian procede de las crónicas sasánidas al formar parte de Shahnameh, un poema épico escrito por Ferdowsi.
- ↑ .Partia (2): el Imperio
- ↑ Partia (2): el Imperio
- ↑ George Rawlinson, The Seven Great Monarchies of the Ancient Eastern World, 2002, Gorgias Press LLC ISBN 1931956480
- ↑ Parthia (1)
- ↑ Juniano Justino xli.4.
- ↑ Will: I, 1966
- ↑ Plinio el Viejo, Historia Natural, Cap. 28-29.
- ↑ Esta técnica militar consistía en una retirada falsa de la caballería, los cuales, en el momento en que los soldados enemigos formaban en orden de iniciar la persecución, viraban y acribillaban a la compacta formación hostil.
- ↑ Juniano Justino, xli. 4
- ↑ Ubicada río abajo de la moderna ciudad de Bagdad.
- ↑ Exactamente de los existentes en la región noreste de la moderna Irán, con las inclusiones de Khorosán, Mazandarán y los territorios del sur de Turkmekistán.
- ↑ En chino: 安息, término resultante de la transliteración de arsácida, el nombre de la dinastía parta.
- ↑ Silk Road, North China, C. Michael Hogan, The Megalithic Portal, ed. A. Burnham (2007)