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Apeles | ||
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Pintura mural de Pompeya donde se cree que se representa la Venus Anadiómena del pintor Apeles. | ||
Información personal | ||
Nacimiento |
370 a. C. Colofón (Turquía) | |
Fallecimiento |
306 a. C. Cos (Grecia) | |
Nacionalidad | Grecia antigua | |
Familia | ||
Padre | Pytheas | |
Educación | ||
Alumno de | Pánfilo de Anfípolis | |
Información profesional | ||
Área | Pintura | |
Apeles fue uno de los más queridos y afamados pintores de la Edad Antigua. Nació en Colofón, en el año 352 a. C.; y falleció en Cos el 308 a. C.
Biografía
Se pensó, basándose en los escritos de Ovidio y de Plinio el Viejo,[1] que habría nacido en Cos el año 352 a. C., pero según la Suda, habría nacido en Colofón, ciudad de la isla de Cos, sita en el mar Egeo. Fue discípulo del artista Pámfilo de Anfípolis en Sición. Apeles fue el pintor elegido por Alejandro Magno para perpetuar su imagen. Alejandro era consciente del poder de propaganda que puede tener el arte y supo muy bien controlar la reproducción de su efigie cuya realización sólo autorizó a tres artistas: un escultor, un orfebre y un pintor. Los biógrafos de Alejandro cuentan que éste tenía en gran aprecio al pintor y que visitaba con frecuencia su taller y se sometía a sus exigencias.
Las fuentes antiguas recogen varias leyendas en torno a este pintor. Plinio el Viejo[2] dice que Alejandro, al ver un retrato de su concubina preferida, Campaspe, comprendió que Apeles estaba enamorado. En lugar de enfadarse, ya se conoce el carácter impetuoso de Alejandro, el rey ofreció su compañera al pintor. Alejandro, que se consideraba como un dios, estimaba tanto a Apeles y su arte que soportó varios comentarios fastidiosos por parte de este último. Se dice que Apeles, por ejemplo, hizo comprender a Alejandro que hablaba de pintura sin conocimiento y le dijo que hacía reír hasta a los ayudantes que preparaban sus colores. Esta escena fue representada en un grabado por Salvator Rosa.
Apeles y Zeuxis, pintor contemporáneo suyo, estaban en perpetua rivalidad en cuanto a quién era el mejor pintor. Se cuenta de ellos un relato semejante al del enfrentamiento entre Zeuxis y Parrasios.[3] Un día, Apeles invitó a Zeuxis a ver su último cuadro. Éste al llegar intentó apartar la cortina que tapaba parte del cuadro, sin darse cuenta de que la cortina era, en realidad, parte de la pintura. Zeuxis habría reconocido entonces la superioridad de Apeles.[cita requerida]
Obras
Perdidas, sus obras no se conocen más que por descripciones literarias. No obstante, aunque no haya sobrevivido de Apeles ni una de sus obras, se conoce perfectamente su producción, estilo y técnica a través de referencias literarias con descripciones magistrales que sirvieron como estudio e inspiración a los artistas del Renacimiento. Estas obras perdidas incluían retratos de Filipo II de Macedonia, de su hijo Alejandro Magno, de los generales de Alejandro, obras con temas mitológicos, alegorías como las de Afrodita (Venus Anadiómena) y sobre la ignorancia, la sospecha, la envidia, etc. Otras obras atribuidas son Artemisa con un coro de vírgenes y Triunfo de Alejandro.
Su obra más famosa es, sin duda, La calumnia, basada en un suceso vivido por él mismo. Otro pintor, Antífilos, había calumniado a Apeles en la plaza pública, acusándolo de traición a Ptolomeo IV. Apeles fue enviado a prisión. A continuación se reconoció su inocencia; el rey redujo a la esclavitud al calumniador, y liberó a Apeles. Éste pintó entonces la primera pintura alegórica, llamada La calumnia. Este importante tema influyó a lo largo de los siglos en otros artistas, como Botticelli (La calumnia de Apeles) y Alberto Durero que intentaron, cada uno a su modo, volver a pintar esta alegoría a partir de las descripciones de Luciano de Samósata.[4]
Estilo
De Apeles se decía en su tiempo que tenía el don de la gracia (χάρις), lo mismo que se dijo siglos después con respecto a Rafael de Urbino, el pintor italiano del Cinquecento. Sus cuadros tenían un brillo especial que conseguía mediante el atramentum, que era una capa de barniz negro que diseminaba sobre ellos.
Mito
También cuentan de Apeles que era bastante receptivo y abierto a la crítica constructiva. Según recoge Plinio el Viejo,[5] en una ocasión un zapatero se dio cuenta de un error cometido por el pintor en los zapatos de una figura de un cuadro y lo criticó. Al oírlo Apeles, lo corrigió de inmediato. Envanecido el zapatero, hizo otra observación sobre las piernas, a lo que el artista contestó: «Ne supra crepidam sutor judicaret», es decir «El zapatero no debe juzgar más arriba de las sandalias», frase que ha quedado reducida al dicho español: «Zapatero, a tus zapatos».
Bibliografía
- Commelin, Pierre: Mythologie grecque et romaine. Belin, 1960.
- Luciano de Samósata: Œuvres complètes. París: Les Belles Lettres.
- Plinio el Viejo: Histoires naturelles (libro 35, 81-83).
Notas
- ↑ Plinio el viejo libro 35, XXXVI-[17]
- ↑ Plinio el Viejo, Historia Natural, Libro XXXV, 81-83
- ↑ Plinio el Viejo libro 35- nota Zeuxis y Parrasios
- ↑ Luciano de Samósata, Œuvres complètes, ed. Les belles lettres
- ↑ Plinio el Viejo libro 35;81-83
Enlaces externos
- Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Apeles.