Diferencia entre revisiones de «José María de Porcioles»
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Jurista, notario y político, se doctoró en Derecho en [[Barcelona]]. En su juventud fue simpatizante de la [[Lliga Catalana]]. En julio de [[1936]] abandonó [[España]] y no volvió hasta finalizar la Guerra Civil. Durante la dictadura del general Franco, fue director general de registros y del notariado y después presidente de la [[Provincia de Lérida|Diputación de Lérida]]. Fue juez de apelaciones de [[Andorra]]. |
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En [[1957]] fue designado por la dictadura militar alcalde de Barcelona, cargo que no abandonaría hasta [[1973]]. Consiguió lo que se denominaron "las tres C": una carta municipal (1960), la compilación del derecho civil catalán (1960) y la devolución del catillo de Montjuic a la ciudad de Barcelona. Traído por el afán de promover actividades y mejorar el nivel de vida de la ciudadanía, estructuró el Ayuntamiento bajo la fórmula del poder personal, con delegados de servicios libremente elegidos y tenientes de alcalde designados de acuerdo con la confianza personal que le merecían. De este modo logró sacar protagonismo al consistorio, formado por representantes de los tercios sindical, corporativo y familiar, y evitó presiones de la estructura franquista. |
Revisión del 01:21 19 nov 2009
Josep Maria de Porcioles Colomer (Amer, 15 de julio de 1904 - Vilassar de Dalt, 3 de septiembre de 1993) fue el alcalde de Barcelona que más tiempo ocupó este cargo durante el franquismo.
Jurista, notario y político, se doctoró en Derecho en Barcelona. En su juventud fue simpatizante de la Lliga Catalana. En julio de 1936 abandonó España y no volvió hasta finalizar la Guerra Civil. Durante la dictadura del general Franco, fue director general de registros y del notariado y después presidente de la Diputación de Lérida. Fue juez de apelaciones de Andorra.
En 1957 fue designado por la dictadura militar alcalde de Barcelona, cargo que no abandonaría hasta 1973. Consiguió lo que se denominaron "las tres C": una carta municipal (1960), la compilación del derecho civil catalán (1960) y la devolución del catillo de Montjuic a la ciudad de Barcelona. Traído por el afán de promover actividades y mejorar el nivel de vida de la ciudadanía, estructuró el Ayuntamiento bajo la fórmula del poder personal, con delegados de servicios libremente elegidos y tenientes de alcalde designados de acuerdo con la confianza personal que le merecían. De este modo logró sacar protagonismo al consistorio, formado por representantes de los tercios sindical, corporativo y familiar, y evitó presiones de la estructura franquista.
Su mandanto se caracterizó por un fuerte desarrollismo urbano y una notable proyección de la ciudad como sede de ferias y congresos. Con el propósito de recuperar la idea de la "Gran Barcelona", durante los dieciséis años que ostentó el cargo de alcalde, la ciudad creció a un ritmo muy fuerte, en parte de forma obligada para poder absorber el alud de nueva población procedente del resto de España. Durante aquellos años destacó la masiva construcción de bloques de pisos y especialmente la creación de los llamados polígonos de viviendas en el anillo periférico para evitar la formación de grandes barrios de barracas y dar un techo a la nueva población. El período de 1957 a 1967 se considera el mejor y más próspero, puesto que se dedicó a la renovación de muchas infraestructuras básicas que estaban obsoletas, a la apertura y de nuevas calles, a la prolongación de la red de metro y creacion de nueva líneas de autobús y a la construcción de nuevos equipamientos comerciales y escolares. De su mandato se le podrían criticar las remontas en edificios históricos del Ensanche que contribuyeron a afear el paisaje urbano, una política poco cuidadosa con el patrimonio histórico arquitectónico, el fomento excesivo del automóbil y la supresión (en vez de modernización) de la red de tranvías. Los problemas de su gestión y los déficits que padecía la ciudad se debieron sobre todo al corrupto sistema administrativo del franquismo que favorecía a los adeptos al régimen y a las clases elevadas, mientras que las clases populares quedaron en manos de la especulación.
Aunque era franquista, su talante era más bien catalanista y por ello se dedicó a fomentar el folclore típicamente catalán (celebraciones de sardanas y castellers, els Tres Tombs, los Juegos Florales...) y animó a la burguesía y a los empresarios catalanes de la época que colaboraran con el régimen de Franco con el propósito de lograr mayores y mejores inversiones para Barcelona y Cataluña. En el año 1967 presentó el plan Barcelona 2000 que pretendía una renovación de toda la ciudad que permitiese terminar con los déficits en equipamientos, remodelar y dignificar los nuevos y desordenados barrios populares y finalizar diversas obras públicas pendientes. Barcelona fué candidata a celebrar una Exposición Internacional para el año 1982, motivo que se pretendió utilizar para poder requerir de las inversiones económicas necesarias para hacer realidad dicho plan. Sin embargo, el incremento de las protestas ciudadanas y de los movimientos vecinales en los barrios, especialmente activos a partir de 1968, aconsejaron a los dirigentes de la dictadura su destitución en 1973. El legado del plan Barcelona 2000 quedó recogido en el Plan General Metropolitano de 1976.
En 1983 le fue concedida la medalla de oro de la ciudad. Porcioles ha sido y todavía continua siendo un personaje controvertido. Sus detractores consideran que su gestión llevó la ciudad al caos y a la desfiguración, y que muchos problemas varios que Barcelona ha padecido y arrastrado hasta la actualidad son consecuencia de su legado. Por contra, sus defensores lo consideran el impulsor de la Barcelona contemporánea que hoy día todos conocemos y que ello se debe grácias a él porque tuvo visión de futuro. Falleció en el año 1993 en su casa de Vilassar de Dalt a consecuencia de un paro cardíaco súbito.
Predecesor: Antoni M. Simarro i Puig |
Alcalde de Barcelona 1957 - 1973 |
Sucesor: Enric Massó i Vázquez |