Ir al contenido

Diferencia entre revisiones de «Diógenes de Sinope»

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Contenido eliminado Contenido añadido
La frase literal es "buscaba hombres" y por eso va entrecomillado. "Honestos" es una explicación.
Etiqueta: Deshecho
 
(No se muestran 339 ediciones intermedias de más de 100 usuarios)
Línea 1: Línea 1:
{{Referencias adicionales|t=20240423123428}}{{Ficha de persona}}
[[Archivo:Waterhouse-Diogenes.jpg|thumb|''Diógenes'' (1882) por [[John William Waterhouse]].]]


'''Diógenes de Sínope''' (en [[idioma griego|griego]] Διογένης o Σινωπεύς Diogenes o Sinopeus), también llamado '''Diógenes el Cínico''', fue un [[filosofía|filósofo]] [[Grecia Antigua|griego]] perteneciente a la [[escuela cínica]]. Nació en [[Sinope (Turquía)|Sínope]], una colonia jonia del [[mar Negro]],<ref name="VoiceWilder">''Diogenes of Sinope'' {{cita web|url=http://www.beyond-the-pale.co.uk/diogenes.htm|título=Voice in the Wilderness|fechaacceso=13 de noviembre de 2011}}</ref> hacia el [[años 410 a. C.|412&nbsp;a.&nbsp;C.]] y murió en [[Corinto]] en el [[años 320 a. C.|323&nbsp;a.&nbsp;C.]]<ref name="birth">{{Harvnb|Laërtius|Hicks|1925|loc=Ⅵ:79}}, Plutarco, ''Moralia'', 717c., dice que murió el mismo día que [[Alejandro Magno]].</ref> No legó a la posteridad ningún escrito; la fuente más completa de la que se dispone acerca de su vida es la extensa sección que su homónimo [[Diógenes Laercio]] le dedicó en su ''[[Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres]]''.
'''Diógenes de Sinope''' (en [[griego antiguo]]: Διοɣένης Σινωπεύς / ''Diŏgénēs hŏ Sinōpeus;'' en [[griego moderno]]: Διοɣένης ο Κυνικός; en [[latín]]: ''Diogenes Cynicus''), también llamado '''Diógenes el Cínico''' o '''Diógenes el Perro''' (Διογένης ὁ Κυνικός / ''o Kinikós'') fue un [[filosofía|filósofo]] [[Grecia Antigua|griego]] perteneciente a la [[escuela cínica]]. Nació en [[Sinope (Turquía)|Sinope]], una colonia jonia del [[mar Negro]],<ref name="VoiceWilder">''Diogenes of Sinope'' {{cita web|url=http://www.beyond-the-pale.co.uk/diogenes.htm|título=Voice in the Wilderness|fechaacceso=13 de noviembre de 2011|urlarchivo=https://web.archive.org/web/20151017130617/http://www.beyond-the-pale.co.uk/diogenes.htm|fechaarchivo=17 de octubre de 2015}}</ref> hacia el 412&nbsp;a.&nbsp;C. y murió en [[Antigua Corinto|Corinto]] en el 323&nbsp;a.&nbsp;C.<ref name="birth">{{Harvnb|Laërtius|Hicks|1925|loc=Ⅵ:79}}, Plutarco, ''Moralia'', 717c., dice que murió el mismo día que [[Alejandro Magno]].</ref> No legó a la posteridad ningún escrito; la fuente más completa de la que se dispone acerca de su vida es la extensa sección que [[Diógenes Laercio]] le dedicó en su ''[[Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres]]''.


Diógenes de Sínope fue exiliado de su ciudad natal y se trasladó a [[Antigua Atenas|Atenas]], donde se convirtió en un discípulo de [[Antístenes]], el más antiguo pupilo de [[Sócrates]]. Diógenes vivió como un vagabundo en las calles de Atenas, convirtiendo la pobreza extrema en una virtud. Se dice que vivía en una tinaja, en lugar de una casa, y que de día caminaba por las calles con una lámpara encendida diciendo que “buscaba hombres” (honestos). Sus únicas pertenencias eran: un manto, un zurrón, un báculo y un cuenco (hasta que un día vio que un niño bebía el agua que recogía con sus manos y se desprendió de él). Ocasionalmente estuvo en [[Corinto]] donde continuó con la idea cínica de [[autosuficiencia]]: una vida natural e independiente a los lujos de la sociedad. Según él, la [[virtud]] es el soberano bien. Los honores y las riquezas son falsos bienes que hay que despreciar. El principio de su filosofía consiste en denunciar por todas partes lo convencional y oponer a ello su naturaleza. El sabio debe tender a liberarse de sus deseos y reducir al mínimo sus necesidades.
Diógenes fue exiliado de su ciudad natal y se trasladó a [[Antigua Atenas|Atenas]], donde se convirtió en un discípulo de [[Antístenes]], el más antiguo pupilo de [[Sócrates]]. Diógenes vivió como un vagabundo en las calles de Atenas, convirtiendo la pobreza material extrema en una virtud. Se dice que vivía en una [[tinaja]], en lugar de una casa, y que de día caminaba por las calles con una lámpara encendida diciendo que “buscaba hombres” (honestos). Sus únicas pertenencias eran: un manto, un zurrón, un báculo y un cuenco, hasta que un día vio que un niño bebía el agua que recogía con sus manos y se desprendió de él. Ocasionalmente estuvo en [[Antigua Corinto|Corinto]] donde continuó con la idea cínica de [[autosuficiencia]]: una vida natural e independiente a los lujos de la sociedad. Según él, la [[virtud]] es el soberano bien. Los honores y las riquezas son falsos bienes que hay que despreciar. El principio de su filosofía consiste en renunciar por todas partes a lo convencional y oponer a ello su naturaleza. El sabio debe tender a liberarse de sus deseos y reducir al mínimo sus necesidades.


== Vida ==
== Vida ==
[[Archivo:Waterhouse-Diogenes.jpg|thumb|''Diógenes'' (1882) por [[John William Waterhouse]].]]
Diógenes nació en la colonia griega de natalia esta en la casa [[Sinop (Turquía)|Sínope]], situada en la costa sur del [[Mar Negro]], en el [[años 410 a. C.|412&nbsp;a.&nbsp;C.]] Nada se sabe acerca de su infancia excepto que era hijo de un banquero llamado Hicesias. Ambos fueron desterrados por haber fabricado moneda falsa. Diógenes se gloriaba de haber sido cómplice de su padre, y este suceso prefiguró, en cierto modo, su vida filosófica. Al parecer, estos hechos han sido corroborados por arqueólogos. Han sido descubiertas en Sínope un gran número de monedas falsificadas (acuñadas con un gran formón) que se han datado en la mitad del [[siglo&nbsp;IV&nbsp;a.&nbsp;C.]] y otras monedas de la época que llevan el nombre de Hicesias como el oficial que las acuñó. No están claros los motivos por los que se falsificó la moneda, aunque Sínope estaba siendo disputada entre facciones [[medismo|propersas]] y pro[[Antigua Grecia|griegos]] en el siglo&nbsp;IV&nbsp;a.&nbsp;C., y quizá hubiera más intereses políticos que financieros.
Diógenes nació en la colonia jonia de [[Sinop (Turquía)|Sinope]], situada en la costa sur del [[mar Negro]], en el 412&nbsp;a.&nbsp;C. Nada se sabe acerca de su infancia excepto que era hijo de un banquero llamado Hicesias. Ambos fueron desterrados por haber fabricado moneda falsa. Diógenes se gloriaba de haber sido cómplice de su padre, y este suceso prefiguró, en cierto modo, su vida filosófica. Al parecer, estos hechos han sido corroborados por arqueólogos. Han sido descubiertas en Sinope un gran número de monedas falsificadas, acuñadas con un gran formón, que se han datado en la mitad del siglo&nbsp;IV&nbsp;a.&nbsp;C. y otras monedas de la época que llevan el nombre de Hicesias como el oficial que las acuñó {{Cita requerida}}. No están claros los motivos por los que se falsificó la moneda, aunque Sinope estaba siendo disputada entre facciones pro[[Imperio persa|persas]] y pro[[Antigua Grecia|griegos]] en el siglo&nbsp;IV&nbsp;a.&nbsp;C., y quizá hubiera más intereses políticos que financieros.


=== En Atenas ===
=== En Atenas ===
[[Archivo:Gerome - Diogenes.jpg|thumb|Diogenes sentado en su tinaja. [[Jean-Léon Gérôme]] (1860).]]
[[Archivo:Gerome - Diogenes.jpg|thumb|Diógenes sentado en su tinaja. [[Jean-Léon Gérôme]] (1860).]]
En su nueva residencia, [[Antigua Atenas|Atenas]], la misión de Diógenes fue la de metafóricamente falsificar/desfigurar la “moneda” de las costumbres. La costumbre, decía, era la falsa moneda de la [[moralidad]]. En vez de cuestionarse qué estaba mal realmente, la gente se preocupaba únicamente por lo que convencionalmente estaba mal. Esta distinción entre la naturaleza (''[[physis]]'') y lo convencional (''[[nomos]]'') es un tema principal de la [[filosofía griega]] y uno de los temas que trata Platón en ''[[La República]]'', en concreto en la leyenda del [[Anillo de Gyges]].
En su nueva residencia, [[Antigua Atenas|Atenas]], la misión de Diógenes fue la de metafóricamente falsificar/desfigurar la “moneda” de las costumbres. La costumbre, decía, era la falsa moneda de la [[moralidad]]. En vez de cuestionarse qué estaba mal realmente, la gente se preocupaba únicamente por lo que convencionalmente estaba mal. Esta distinción entre la naturaleza (''[[physis]]'') y lo convencional (''[[nomos]]'') es un tema principal de la [[filosofía griega]] y uno de los temas que trata Platón en ''[[La República]]'', en concreto en la leyenda del [[Anillo de Giges]].


Se afirma que Diógenes se fue a Atenas con un esclavo llamado Manes, que lo abandonó poco más tarde. Con un humor característico, Diógenes afrontó su mala suerte diciendo: “Si Manes puede vivir sin Diógenes, ¿por qué Diógenes no va a poder sin Manes?”. Diógenes será coherente riéndose de la relación de extrema dependencia entre las personas. Encontró un maestro, que no hacía nada para sí mismo, pero rechazó su ayuda. Le llamó la atención el maestro [[ascetismo|ascético]] [[Antístenes]], un discípulo de [[Sócrates]], que, según [[Platón]], había presenciado su muerte. Diógenes pronto superó a su maestro tanto en reputación como austeridad en el modo de vivir. Al contrario que los otros ciudadanos de Atenas, vivió evitando los placeres terrenales. Con esta actitud pretendía poner en evidencia lo que él percibía como locura, fingimiento, vanidad, ascenso social, autoengaño y artificiosidad de la [[Comportamiento|conducta humana]].
Se afirma que Diógenes se fue a Atenas con un esclavo llamado Manes, que lo abandonó poco más tarde. Con un humor característico, Diógenes afrontó su mala suerte diciendo: “Si Manes puede vivir sin Diógenes, ¿por qué Diógenes no va a poder sin Manes?”. Diógenes será coherente riéndose de la relación de extrema dependencia entre las personas. Encontró un maestro, que no hacía nada para sí mismo, pero rechazó su ayuda. Le llamó la atención el maestro [[ascetismo|ascético]] [[Antístenes]], un discípulo de [[Sócrates]], que, según [[Platón]], había presenciado su muerte. Diógenes pronto superó a su maestro tanto en reputación como austeridad en el modo de vivir. Al contrario que los otros ciudadanos de Atenas, vivió evitando los placeres terrenales. Con esta actitud pretendía poner en evidencia lo que él percibía como locura, fingimiento, vanidad, ascenso social, autoengaño y artificiosidad de la [[Comportamiento|conducta humana]].


[[Archivo:Diogenes looking for a man - attributed to JHW Tischbein.jpg|left|thumb|Diogenes buscando hombres honestos. Cuadro atribuido a [[Johann Heinrich Wilhelm Tischbein|J. H. W. Tischbein]] (ca. 1780).]]
[[Archivo:Castiglione, Giovanni - Fable of Diogenes - 17th century.jpg|left|thumb|Diogenes buscando a un hombre, de [[Giovanni Benedetto Castiglione|G. B. C. Castiglione]] (ca. 1645 - 1655), en el [[Museo del Prado]] ]]
Las [[anécdota]]s que se cuentan sobre Diógenes ilustran la consistencia lógica de su carácter. Este “Sócrates delirante”, como lo llamaba Platón, caminaba descalzo durante todas las estaciones del año, dormía en los pórticos de los templos envuelto únicamente en su manto y tenía por vivienda una tinaja. Cierta vez pensó que le sobraban cosas entre todas sus pertenencias: tenía su bastón, que necesitaba para caminar; tenía su manto, que le cubría y su zurrón, que contenía una escudilla y un cuenco para comer y beber, respectivamente. Un día, en uno de sus paseos por la ciudad, vio cómo un niño comía lentejas en un trozo de pan y cuando al terminar sus lentejas bebió agua con las manos en una fuente y Diógenes pensó: “Este muchacho, dijo, me ha enseñado que todavía tengo cosas superfluas. Si come sus lentejas con un trozo de pan y cuando termina con ellas bebe agua con sus manos, no necesito ni mi escudilla ni mi cuenco" y acto seguido arrojó contra el suelo ambos y siguió caminando. Un día se estaba masturbando en el [[Ágora]], quienes le reprendieron por ello obtuvieron por única respuesta del filósofo una queja tan amarga como escueta: "¡Ojalá frotándome el vientre el hambre se extinguiera de una manera tan dócil!" Profesaba un desprecio tan grande por la humanidad que en una ocasión dejaron en su tinaja un pequeño candil; él pensó que no lo necesitaba, pues aunque en las noches y cuando hace frío se pasaba bastante mal, él no necesitaba estar despierto iluminándose con el mismo. Diógenes pasó mucho tiempo pensando qué haría con él, por lo que durmió esa noche y al amanecer despertó reflexionando qué hacer con el candil. Apareció en pleno día por las calles de Atenas, con el candil de aceite en la mano, diciendo: “Busco un hombre, busco un hombre honrado que ni con el candil encendido puedo encontrarlo”. La gente lo seguía y él continuaba vociferando lo mismo, sin encontrarlo aun a plena luz del día y con el candil encendido. Diógenes iba apartando a los hombres que se cruzaban en su camino diciendo que solo tropezaba con escombros, pretendía encontrar al menos un hombre honesto sobre la faz de la tierra. En una ocasión, cierto hombre adinerado le convidó a un banquete en su lujosa mansión, haciendo hincapié en que allí estaba prohibido escupir. Diógenes hizo unas cuantas gárgaras para aclararse la garganta y le escupió directamente a la cara, alegando que no había encontrado otro lugar más sucio donde desahogarse. Cuando Platón le dio la definición de Sócrates del hombre como “bípedo implume”, por lo cual había sido bastante elogiado, Diógenes desplumó un gallo y ante el asombro de los discípulos y del mismo Platón lo soltó en la Academia diciendo: “¡Te he traído un hombre!” y partió entre risas y doblándose sobre sí mismo. Entre la sorpresa y risas de sus discípulos salió Platón al frente respondiendo: "no te preocupes, le agregaremos algo a la definición" y gritó a Diógenes: "El hombre es el bípedo implume con uñas anchas". Acto seguido Diógenes dejó de reír, dándose cuenta de que Platón también sabía responder. Asistiendo a una lección de [[Zenón de Elea]], que negaba el movimiento, dice Zenón "(...) que es una aporía, que no es real, que es simplemente ilusorio, que es algo falso (...)". Diógenes, que estaba a su lado en ese momento, se levantó y se puso a caminar, dando vueltas alrededor de Zenón y mientras lo miraba dijo: "¿Tú niegas el movimiento? Así te demuestro yo que existe, que es real". Poco tiempo después, un ateniense discurría sobre los meteoros, intentando explicar de qué son, de qué estaban compuestos; Diógenes le dijo: "Sabes mucho de meteoros, ¿hace cuánto tiempo que llegaste tú del cielo?". Cuando Diógenes asistía a los baños se encontraba siempre con un citarista al que todo el mundo despreciaba y criticaba, mas Diógenes lo saludaba con respeto, incluso con cierta admiración, a lo que algún curioso lo interrogó sobre el motivo por el que saludaba al citarista con lo mal que tocaba, respondiendo a esto Diógenes: "Porque tal y como es toca y canta, pero no roba a nadie". Así fue pasando día tras día y al citarista despreciado por todos Diógenes siempre saludaba, creando, incluso, la frase "Dios te guarde, gallo" para saludarlo. El citarista siempre le devolvía el saludo. Cierta vez el citarista preguntó a Diógenes el motivo por qué lo llamaba así, a lo que Diógenes le contestó: "Porque eres como los gallos, cuando cantas haces levantar a todo el mundo de tu lado". , es verdad que los atenienses se burlaban de él, pero también es verdad que lo temían y respetaban.
Las [[anécdota]]s que se cuentan sobre Diógenes ilustran la consistencia lógica de su carácter. Este “Sócrates delirante”, como lo llamaba Platón, caminaba [[descalzo]] durante todas las estaciones del año, dormía en los pórticos de los templos envuelto únicamente en su manto y tenía por vivienda una tinaja. Cierta vez pensó que le sobraban cosas entre todas sus pertenencias: tenía su bastón, que necesitaba para caminar; tenía su manto, que le cubría y su zurrón, que contenía una escudilla y un cuenco para comer y beber, respectivamente. Un día, en uno de sus paseos por la ciudad, vio cómo un niño comía lentejas en un trozo de pan y cuando al terminar sus lentejas bebió agua con las manos en una fuente y Diógenes pensó: “Este muchacho —dijo— me ha enseñado que todavía tengo cosas superfluas. Si come sus lentejas con un trozo de pan y cuando termina con ellas bebe agua con sus manos, no necesito ni mi escudilla ni mi cuenco" y acto seguido arrojó contra el suelo ambos y siguió caminando. Un día se estaba masturbando en el [[Ágora]], quienes le reprendieron por ello obtuvieron por única respuesta del filósofo una queja tan amarga como escueta: ¡Ojalá frotándome el vientre el hambre se extinguiera de una manera tan dócil!”. En otra ocasión, apareció en pleno día con un candil, diciendo: “Busco un hombre”.<ref>Diógenes Laercio, VI,41.</ref> Otro relato decía que cierto hombre adinerado le convidó a un banquete en su lujosa mansión, haciendo hincapié en que allí estaba prohibido escupir. Diógenes hizo unas cuantas gárgaras para aclararse la garganta y le escupió directamente a la cara, alegando que no había encontrado otro lugar más sucio donde desahogarse. Diógenes criticó la [[Teoría de las formas|teoría de las ideas]] de Platón al decir que veía mesas y tazas pero no las ideas de "mesidad" y la "tazonez",<ref>[[Diógenes Laercio]], ''[[Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres]]'', VI, Diogenes, 24.</ref> optando por oponer la ''materialidad'' de los ''entes'' particulares.<ref>{{Cita publicación|url=https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S0718-84712010000100003&lng=es&nrm=iso&tlng=es|título=Diógenes de Sínope: Una reflexión sobre la problemática del lenguaje filosófico|apellidos=Jeria Soto|nombre=Patricio|fecha=00/2010|publicación=Byzantion nea hellás|número=29|páginas=45–54|fechaacceso=3 de marzo de 2020|issn=0718-8471|doi=10.4067/S0718-84712010000100003}}</ref> Cuando Platón le dio la definición de Sócrates del hombre como “bípedo implume”, por lo cual había sido bastante elogiado, Diógenes desplumó un gallo y ante el asombro de los discípulos y del mismo Platón lo soltó en la Academia diciendo: “¡Te he traído un hombre!” y partió entre risas y doblándose sobre sí mismo.<ref>{{Cita web|url=http://www.filosofia.org/ave/002/b055.htm|título=“Bípedo implume”|sitioweb=filosofía.org}}</ref> Entre la sorpresa y risas de sus discípulos salió Platón al frente respondiendo: "no te preocupes, le agregaremos algo a la definición" y gritó a Diógenes: "El hombre es el bípedo implume con uñas anchas".<ref>Esta anécdota, a través de la comparación con el gallo de Platón desplumado en una comedia del siglo XVII, daría lugar poco después a la expresión "[https://cvc.cervantes.es/lengua/paremia/pdf/025/015_pascual.pdf Como el gallo de Morón, sin pluma y cacareando]".</ref> Acto seguido Diógenes dejó de reír, dándose cuenta de que Platón también sabía responder. Escuchando a una persona, probablemente un discípulo de [[Zenón de Elea]], negar el movimiento, Diógenes se levantó y se puso a caminar. En otra ocasión, un ateniense discurría sobre los meteoros y Diógenes le dijo: ¿hace cuánto tiempo que llegaste tú del cielo?".<ref>Diógenes Laercio VI,2,13.</ref> Cuando Diógenes asistía a los baños se encontraba siempre con un citarista al que todo el mundo despreciaba y criticaba, mas Diógenes lo saludaba con respeto, incluso con cierta admiración, a lo que algún curioso lo interrogó sobre el motivo por el que saludaba al citarista con lo mal que tocaba, respondiendo a esto Diógenes: "Porque tal y como es toca y canta, pero no roba a nadie". Así fue pasando día tras día y al citarista despreciado por todos Diógenes siempre saludaba, creando, incluso, la frase "Dios te guarde, gallo" para saludarlo. El citarista siempre le devolvía el saludo. Cierta vez el citarista preguntó a Diógenes el motivo por qué lo llamaba así, a lo que Diógenes le contestó: "Porque eres como los gallos, cuando cantas haces levantar a todo el mundo de tu lado". En una ocasión, Diógenes estaba lavando unas hierbas cuando se topó con [[Aristipo]], a quien llamaba el ''perro real<ref>[[Diógenes Laercio]], ''[[Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres]]'', II, Aristipo, 1.</ref>'', y este le dijo: "Si tú supieras tratar con los hombres, no estarías lavando hierbas". A lo que Diógenes respondió: "Y si hubieras aprendido a prepararte esta comida, no solicitarías los palacios de los tiranos".<ref>[[Diógenes Laercio]], II, Aristipo, 3.</ref>


== En Corinto ==
== En Corinto ==
[[Archivo:Alexander visits Diogenes at Corinth by W. Matthews (1914).jpg|thumb|Alejandro el Grande visita a Diogenes en Corinto por W. Matthews (1914).]]
[[Archivo:Alexander visits Diogenes at Corinth by W. Matthews (1914).jpg|thumb|Alejandro Magno visita a Diógenes en Corinto, por W. Matthews (1914).]]
Según la leyenda, que parece ser creada con [[Menipo de Gadara]], Diógenes en un viaje a [[Egina]], fue capturado por los piratas y vendido como esclavo.<ref>{{Harvnb|Laërtius|Hicks|1925|loc=Ⅵ:29}}</ref> Cuando fue puesto a la venta como esclavo, le preguntaron qué era lo que sabía hacer, respondió: “Mandar. Comprueba si alguien quiere comprar un amo”. Fue comprado por un tal [[Jeníades]] de [[Corinto]], quien le devolvió la libertad y le convirtió en tutor de sus dos hijos. Pasó el resto de su vida en Corinto, donde se dedicó enteramente a predicar las doctrinas de la virtud del [[Autocontrol (habilidad)|autocontrol]].


Según la leyenda, que parece ser creada con [[Menipo de Gadara]], Diógenes, en un viaje a [[Egina]], fue capturado por los piratas y vendido como esclavo.<ref>{{Harvnb|Laërtius|Hicks|1925|loc=Ⅵ:29}}</ref> Cuando fue puesto a la venta como esclavo, le preguntaron qué era lo que sabía hacer, y respondió: “Mandar. Comprueba si alguien quiere comprar un amo”. Fue comprado por un tal [[Jeníades]] de [[Antigua Corinto|Corinto]], quien le devolvió la libertad y lo convirtió en tutor de sus dos hijos. Pasó el resto de su vida en Corinto, donde se dedicó enteramente a predicar las doctrinas de la virtud del [[Autocontrol (habilidad)|autocontrol]].
Durante los [[Juegos Ístmicos]], expuso su filosofía ante un público numeroso. Pudo haber sido allí donde conoció a [[Alejandro Magno]]. Se dice que una mañana, mientras Diógenes se hallaba absorto en sus pensamientos y tomando el sol fuera del gimnasio que estaba a las afueras de Corinto había mucho ajetreo, se decía que el rey había llegado, y el rey es Alejandro Magno, tal es la fama que tiene Diógenes que está interesado el propio Alejandro en conocer al famoso filósofo, y antes de que pueda saber Diógenes qué es lo que ha pasado se ve rodeado el filósofo por un montón de ciudadanos de Corinto, se produce el encuentro; llega Alejandro acompañado de su escolta y de muchos hombres más, Alejandro Magno se pone frente a el y dice: "Soy Alejandro Magno" a lo que responde Diógenes: "Y yo Diógenes el perro", hay murmullos de asombro ante la sorprendente respuesta del sabio pues nadie se atreve a hablarle así al rey, Alejandro pregunta: "¿Por qué te llaman Diógenes el perro?" a lo que le responde Diógenes: "Porque alabo a los que me dan, ladro a los que no me dan y a los malos les muerdo", de nuevo más murmullos, como es osado este Diógenes al atreverse a hablarle así al rey; pero Alejandro no se deja inmutar por esas respuestas y le dice: "Pídeme lo que quieras", por lo que sin inmutarse Diógenes le contesta: "Quítate de donde estas que me tapas el sol"; por lo que se hace una exclamación generalizada de todos los presentes ante una petición tan pobre a un hombre que todo lo podía dar, Alejandro sorprendido realmente le pregunta: "¿No me temes?" a lo que Diógenes le contesta con gran aplomo con otra pregunta: "Gran Alejandro, ¿te consideras un buen o un mal hombre?", a lo que Alejandro le responde: "Me considero un buen hombre", por lo que Diógenes le dice: "Entonces... ¿por qué habría de temerte?" siendo esta una respuesta muy sincera de nuestro filósofo. Toda la gente está decididamente escandalizada, entonces Alejandro pide silencio y dice: "Silencio... sabéis lo que les digo a todos ustedes, que si no fuera Alejandro me gustaría ser Diógenes". En otra ocasión, Alejandro encontró al filósofo mirando atentamente una pila de huesos humanos. Diógenes dijo: “Estoy buscando los huesos de tu padre, pero no puedo distinguirlos de los de un esclavo”. Ya casi al final de su vida alguna vez una persona abordó a Diógenes sobre el que caminara tanto, pues ahora que estás ya llegando a la meta no deberías ir más despacio, incluso descansar, a lo que Diógenes le replicó: "Si tu estuvieras en el final de una carrera y tuvieras la meta ya muy cerca, ¿qué harías?, irías más despacio o tal vez acelerarías el paso. Pues eso es lo que yo hago".

Durante los [[Juegos Ístmicos]], expuso su filosofía ante un público numeroso. Pudo haber sido allí donde conoció a [[Alejandro Magno]]. Se dice que una mañana, mientras Diógenes se hallaba absorto en sus pensamientos y tomando el sol fuera del gimnasio que estaba a las afueras de Corinto, había mucho ajetreo. Se decía que el rey, Alejandro Magno, había llegado. Tal era la fama que tenía Diógenes, que el propio Alejandro estaba interesado en conocer al famoso filósofo. Antes de que Diógenes pudiera saber qué ocurría, se vio rodeado por un montón de ciudadanos de Corinto y se produjo el encuentro. Llegó Alejandro acompañado de su escolta y de muchos hombres más. Alejandro Magno se puso frente a él y dijo: "Soy Alejandro", a lo que Diógenes respondió: "Y yo Diógenes, el perro". Hubo murmullos de asombro ante la sorprendente respuesta del filósofo pues nadie se atrevía a hablar así al rey. Alejandro preguntó: "¿Por qué te llaman Diógenes, el perro?", a lo que Diógenes le respondió: "Porque alabo a los que me dan, ladro a los que no me dan y a los malos les muerdo". De nuevo, más murmullos, pero Alejandro no se dejó inmutar por esas respuestas y le dijo: "Pídeme lo que quieras". Por lo que Diógenes sin inmutarse le contestó: "Quítate de donde estás que me tapas el sol". Se hizo una exclamación generalizada de todos los presentes ante una petición tan pobre a un hombre que todo lo podía dar. Alejandro, sorprendido, le preguntó: "¿No me temes?", a lo que Diógenes le contestó con gran aplomo con otra pregunta: "Gran Alejandro, ¿te consideras un buen o un mal hombre?" Alejandro le respondió: "Me considero un buen hombre", por lo que Diógenes le dijo: "Entonces... ¿por qué habría de temerte?". Toda la gente se escandalizó. Alejandro pidió silencio y dijo: "Silencio... ¿Sabéis qué os digo a todos? Que si no fuera Alejandro, me gustaría ser Diógenes"{{Cita requerida}}. En otra ocasión, Alejandro encontró al filósofo mirando atentamente una pila de huesos humanos. {{Cita requerida}} Diógenes dijo: “Estoy buscando los huesos de tu padre, pero no puedo distinguirlos de los de un esclavo”. Ya casi al final de su vida alguna vez una persona abordó a Diógenes sobre el hecho de que caminara tanto, pues "ahora que estás ya llegando a la meta, ¿no deberías ir más despacio, incluso descansar?", a lo que Diógenes le replicó: "Si estuvieras en el final de una carrera y tuvieras la meta ya muy cerca, ¿qué harías? ¿Irías más despacio o tal vez acelerarías el paso? Pues eso es lo que yo hago" {{Cita requerida}}.


Aunque la mayoría de las leyendas sobre él dicen que vivía en una tinaja en Atenas, hay algunas fuentes que afirman que vivía en una tinaja cerca del gimnasio Craneum en Corinto. Diógenes Laercio dijo sobre él en ''Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres'':
Aunque la mayoría de las leyendas sobre él dicen que vivía en una tinaja en Atenas, hay algunas fuentes que afirman que vivía en una tinaja cerca del gimnasio Craneum en Corinto. Diógenes Laercio dijo sobre él en ''Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres'':
Línea 31: Línea 33:


=== Muerte ===
=== Muerte ===
Sobre la muerte de Diógenes circularon muchas versiones. Según una de ellas, murió de un [[cólico]] provocado por la ingestión de un pulpo vivo; por su parte el historiador [[Cesare Cantù|César Cantú]], fue como consecuencia de una caída de caballo, tras haberle mordido un tendón uno de los perros entre los que trataba de repartir un pulpo; y según otra más, murió por su propia voluntad, reteniendo la respiración, aunque esto sería algo metafórico, pues es imposible morir por dejar de respirar voluntariamente. También circula una leyenda según la cual sus últimas palabras fueron: “Cuando me muera echadme a los perros. Ya estoy acostumbrado.
Sobre la muerte de Diógenes circularon muchas versiones. Según una de ellas, murió de un [[cólico]] provocado por la ingestión de un pulpo vivo. Por su parte, el historiador [[Cesare Cantù|César Cantú]] establece que murió al caerse de un caballo, o tras haberle mordido un tendón uno de los perros entre los que trataba de repartir un pulpo. Según otra versión, murió por su propia voluntad, reteniendo la respiración, aunque esto sería algo metafórico, pues es imposible morir por dejar de respirar voluntariamente.<ref>Adrián Baquero Gotor, [https://zaguan.unizar.es/record/78811/files/TESIS-2019-064.pdf ''La traición a Diógenes. Lecturas contemporáneas de la filosofía cínica''], p.310, tesis doctoral, Universidad de Zaragoza (2019).</ref> También se decía que sus últimas palabras fueron las siguientes: «Cuando me muera, echadme a los perros. Ya estoy acostumbrado». Bastante tiempo después, [[Epicteto]] lo recordaba como modelo de sabiduría. Los corintios erigieron en su memoria una columna en [[mármol de Paros]] con la figura de un perro descansado.
Bastante tiempo después [[Epicteto]] le recordaba como modelo de sabiduría. Los corintios erigieron en su memoria una columna en [[mármol de Paros]] con la figura de un perro descansado.


== Diógenes y los perros ==
== Diógenes y los perros ==
{{Referencias|t=20240423123428}}
Algunas anécdotas sobre Diógenes hablan acerca de su comportamiento como el de un perro y sus alabanzas a las virtudes de los perros. Esto tiene su razón de ser en la palabra ''cínico''. El nombre de ''cínicos'' tiene dos orígenes diferentes asociados a sus fundadores. El primero viene del lugar donde [[Antístenes]], su maestro, fundó la escuela y solía enseñar la filosofía, que era el santuario y gimnasio de [[Cinosargo]], cuyo nombre significaría ''kyon argos'', es decir ''perro ágil'' o ''perro blanco''. El segundo origen tiene que ver con el comportamiento de Antístenes y de Diógenes, que se asemejaba al de los perros, por lo cual la gente los apodaba con el nombre ''kynikos'', que es la forma adjetiva de ''kyon'', ''perro''. Por tanto ''kynikos'' o ''cínicos'' sería ''similares al perro'' o ''perruno''. Esta comparación viene por el modo de vida que habían elegido estos personajes, por su idea radical de libertad, su desvergüenza y sus continuos ataques a las tradiciones y los modos de vida sociales.


Quienes comenzaron a apodar a Diógenes como «el perro» tenían la clara intención de insultarle con un epíteto tradicionalmente despectivo. Pero el paradójico Diógenes halló muy apropiado el calificativo y se enorgulleció de él. Había hecho de la desvergüenza uno de sus distintivos y el emblema del perro le debió de parecer adecuado para defender su conducta. Los motivos por los que se relaciona lo cínico con lo canino son: la indiferencia en la manera de vivir, la impudicia a la hora de hablar o actuar en público, las cualidades de buen guardián para preservar los principios de su filosofía y, finalmente, la facultad de saber distinguir perfectamente los amigos de los enemigos. Diógenes decía irónicamente de sí mismo que, en todo caso, era «un perro de los que reciben elogios, pero con el que ninguno de los que lo alaban quiere salir a cazar». En mitad de un banquete, algunos invitados comenzaron a arrojarle huesos como si se tratara de un perro. Diógenes se les plantó enfrente y comenzó a orinarles encima, tal como hubiera hecho un perro. También le gritaron «perro» mientras comía en el ágora y él profirió: «¡Perros vosotros, que me rondáis mientras como!». Con idéntica dignidad respondió al mismísimo Platón, que le había lanzado el mismo improperio: «Sí, ciertamente soy un perro, pues regreso una y otra vez junto a los que me vendieron». Diógenes sostenía innecesarios los placeres terrenales al punto de abstenerse cabalmente de ellos rechazando a la sociedad establecida hasta ese momento pero sin intentar reformarla o cambiarla.
Algunas anécdotas sobre Diógenes hablan acerca de su comportamiento como el de un perro y sus alabanzas a las virtudes de los perros. Esto tiene su razón de ser en la palabra ''cínico''. El nombre de ''cínicos'' tiene dos orígenes diferentes asociados a sus fundadores. El primero viene del lugar donde Antístenes, su maestro, fundó la escuela y solía enseñar la filosofía, que era el santuario y gimnasio de [[Cinosargo]], cuyo nombre significaría ''kyon argos'', es decir ''perro ágil'' o ''perro blanco''. El segundo origen tiene que ver con el comportamiento de Antístenes y de Diógenes, que se asemejaba al de los perros, por lo cual la gente les apodaba con el nombre ''kynikos'', que es la forma adjetiva de ''kyon'', ''perro''. Por tanto ''kynikos'' o ''cínicos'' sería ''similares al perro'' o ''perruno''. Esta comparación viene por el modo de vida que habían elegido estos personajes, por su idea radical de libertad, su desvergüenza y sus continuos ataques a las tradiciones y los modos de vida sociales.

Quienes comenzaron a apodar a Diógenes como "el perro" tenían la clara intención de insultarle con un epíteto tradicionalmente despectivo. Pero el paradójico Diógenes halló muy apropiado el calificativo y se enorgulleció de él. Había hecho de la desvergüenza uno de sus distintivos y el emblema del perro le debió de parecer adecuado para defender su conducta. Los motivos por los que se relaciona lo cínico con lo canino son: la indiferencia en la manera de vivir, la impudicia a la hora de hablar o actuar en público, las cualidades de buen guardián para preservar los principios de su filosofía y, finalmente, la facultad de saber distinguir perfectamente los amigos de los enemigos. Diógenes decía irónicamente de sí mismo que, en todo caso, era "un perro de los que reciben elogios, pero con el que ninguno de los que lo alaban quiere salir a cazar". En mitad de un banquete, algunos invitados comenzaron a arrojarle huesos como si se tratara de un perro. Diógenes se les plantó enfrente y comenzó a orinarles encima, tal como hubiera hecho un perro. También le gritaron “perro” mientras comía en el ágora y él profirió: ¡Perros vosotros, que me rondáis mientras como! Con idéntica dignidad respondió al mismísimo Platón, que le había lanzado el mismo improperio: “Sí, ciertamente soy un perro, pues regreso una y otra vez junto a los que me vendieron”. Diógenes sostenía innecesarios los placeres terrenales al punto de abstenerse cabalmente de ellos rechazando a la sociedad establecida hasta ese momento pero sin intentar reformarla o cambiarla.


== Doctrina ==
== Doctrina ==
Línea 44: Línea 45:
Sabemos menos de la doctrina de Diógenes que de su vida. Como otros de los cínicos, se preocupó menos de formar escuela que de llevar una vida recta, de acuerdo con los principios de autonomía y desprecio de los usos de la sociedad.
Sabemos menos de la doctrina de Diógenes que de su vida. Como otros de los cínicos, se preocupó menos de formar escuela que de llevar una vida recta, de acuerdo con los principios de autonomía y desprecio de los usos de la sociedad.


Podemos, sin embargo, distinguirlo de su maestro Antístenes en varios aspectos. De éste se dice que consideraba la propiedad como un impedimento para la vida; Diógenes, sin embargo, no le daba valor alguno; se dice que enseñaba que el [[robo]] era admisible, pues "todas las cosas son propiedad del sabio". Otras doctrinas son comunes a ambos: la idea de que la [[virtud]] consiste fundamentalmente en la supresión de las necesidades; la creencia de que la sociedad es el origen de muchas de éstas, que pueden evitarse mediante una vida natural y austera; el aprecio por las privaciones, al punto del dolor, como medio de rectificación moral; el desprecio de las convenciones de la vida social, y la desconfianza de las filosofías refinadas, afirmando que un rústico puede conocer todo lo cognoscible.
Podemos, sin embargo, distinguirlo de su maestro Antístenes en varios aspectos. De este se dice que consideraba la propiedad como un impedimento para la vida; Diógenes, sin embargo, no le daba valor alguno; se dice que enseñaba que el [[robo]] era admisible, pues «todas las cosas son propiedad del sabio». Otras doctrinas son comunes a ambos: la idea de que la [[virtud]] consiste fundamentalmente en la supresión de las necesidades; la creencia de que la sociedad es el origen de muchas de estas, que pueden evitarse mediante una vida natural y austera; el aprecio por las privaciones, al punto del dolor, como medio de rectificación moral; el desprecio de las convenciones de la vida social, y la desconfianza de las filosofías refinadas, afirmando que un rústico puede conocer todo lo cognoscible.


El rechazo cínico de las formas de civilización establecidas se extendía al ideal de ''[[paideia]]'' que llevaba a los jóvenes griegos a practicar la gimnasia, la música y la astronomía, entre otras disciplinas, para alcanzar la ''[[areté]]''; Diógenes sostenía que, si se pusiera el mismo empeño en practicar las virtudes morales, el resultado sería mejor. Despreciaba también la mayoría de los placeres mundanos, afirmando que los hombres obedecen a sus deseos como los esclavos a sus amos; del amor sostenía que era "el negocio de los ociosos", y que los amantes se complacían en sus propios infortunios. Sin embargo, consideraba que el coito era una necesidad física; es conocida la anécdota de que, frente al escándalo que provocó al masturbarse públicamente en el [[ágora]], comentó desdeñosamente que desearía poder saciar el hambre simplemente frotándose el vientre. Indiferente a la 'opinión pública' o ante la crítica circuntancial,...hasta subversivo ante lo pudoroso.<ref>Marco A. denegri: ''Diógenes'', El Comercio, Lima 25 de noviembre de 2013, pág. A·2</ref>
El rechazo cínico de las formas de civilización establecidas se extendía al ideal de ''[[paideia]]'' que llevaba a los jóvenes griegos a practicar la gimnasia, la música y la astronomía, entre otras disciplinas, para alcanzar la ''[[areté]]''; Diógenes sostenía que, si se pusiera el mismo empeño en practicar las virtudes morales, el resultado sería mejor. Despreciaba también la mayoría de los placeres mundanos, afirmando que los hombres obedecen a sus deseos como los esclavos a sus amos; del amor sostenía que era «el negocio de los ociosos», y que los amantes se complacían en sus propios infortunios. Sin embargo, consideraba que el coito era una necesidad física; es conocida la anécdota de que, frente al escándalo que provocó al masturbarse públicamente en el [[ágora]], comentó desdeñosamente que desearía poder saciar el hambre simplemente frotándose el vientre. Indiferente a la «opinión pública» o ante la crítica circunstancial... hasta subversivo ante lo pudoroso.<ref>Marco A. denegri: ''Diógenes'', El Comercio, Lima 25 de noviembre de 2013, pág. A·2</ref>


Diógenes decía que los dioses habían dado al hombre una vida fácil, pero que estos se encargaban constantemente de complicarla y hacerla mucho más difícil. Que la sabiduría era para los hombres templanza, para los viejos consuelo, para los pobres riqueza y para los ricos ornato.
Diógenes decía que los dioses habían dado al hombre una vida fácil, pero que estos se encargaban constantemente de complicarla y hacerla mucho más difícil; que la sabiduría era para los hombres templanza, para los viejos consuelo, para los pobres riqueza y para los ricos ornato.


Se sabe también que sostenía que la muerte no era un mal, pues no tenemos conciencia de ella. Se le considera inventor de la idea del [[cosmopolitismo]], porque afirmaba que era ciudadano del mundo y no de una ciudad en particular.
Se sabe también que sostenía que la muerte no era un mal, pues no tenemos conciencia de ella. Se le considera inventor de la idea del [[cosmopolitismo]], porque afirmaba que era ciudadano del mundo y no de una ciudad en particular.{{sfn|Copleston|1946|p=175}}

Sus discípulos fueron [[Mónimo de Siracusa|Mónimo]], [[Onesícrito]], [[Filisco de Egina|Filisco]] y [[Crates de Tebas]], y la esposa de este último, [[Hiparquía]].{{sfn|Copleston|1946|p=175}}


== Iconografía ==
== Iconografía ==
Se han conservado algunos bustos antiguos de Diógenes ([[Vaticano]], [[Capitolio]], [[Louvre]]), así como un [[bajorrelieve]] en la [[villa Albani]] (''Diógenes y Alejandro''). Es uno de los sabios de la antigüedad más representados por la pintura barroca: ''Diógenes con la linterna'', por [[Jacob Jordaens|Jordaens]] ([[Dresde]]), [[Juan Antonio Ribera|Ribera]] ([[Dresde]]); ''Diógenes tirando su escudilla'', [[Poussin]] (Louvre), [[Salvator Rosa|S. Rosa]] ([[San Petersburgo]]), [[Karel Du Jardin|K. Dujardin]] (Dresde).
Se han conservado algunos bustos antiguos de Diógenes ([[Ciudad del Vaticano]], [[Capitolio]], [[Louvre]]), así como un [[bajorrelieve]] en la [[villa Albani]] (''Diógenes y Alejandro''). Es uno de los sabios de la antigüedad más representados por la pintura barroca: ''Diógenes con la linterna'', por [[Jacob Jordaens|Jordaens]] ([[Dresde]]), [[Juan Antonio Ribera|Ribera]] (Dresde); ''Diógenes tirando su escudilla'', [[Poussin]] (Louvre), [[Salvator Rosa|S. Rosa]] ([[San Petersburgo]]), [[Karel Du Jardin|K. Dujardin]] (Dresde).


== Véase también ==
== Véase también ==
{{lista de columnas|1|
* [[Egoísmo moral]]
* [[Egoísmo moral]]
* [[Autarca]]
* [[Autarca]]
* [[Síndrome de Diógenes]]
* [[Síndrome de Diógenes]]
* [[El Club Diógenes]]
* [[El Club Diógenes]]
}}


== Referencias ==
== Referencias ==
{{listaref|2}}
* {{cita libro|autor=[[Carlos García Gual|García Gual]], Carlos|título=La secta del perro: vidas de los filósofos cínicos|editorial=[[Alianza Editorial|Alianza]]. Madrid|año=2005|id=ISBN 84-206-7767-1}}
* {{cita web|autor=[[Héroes del Pensamiento]], Héroes del Pensamiento|título=Vida de Diógenes. España|año=2013}} https://www.youtube.com/watch?v=x09Y-ZXDoNc


== Referencias ==
== Bibliografía ==
{{listaref}}
{{refcomienza}}
* {{cita libro |apellidos=Copleston |nombre=Frederick |enlaceautor=Frederick Copleston |título=Historia de la Filosofía |volumen=I. Grecia y Roma |url=https://archive.org/details/copleston-f.-historia-de-la-filosofia-1.-grecia-y-roma-epl-fs-1946-2017 |año=1946 |otros=Ed. digital: 2017 |editorial=ePubLibre}}
* {{cita libro |apellido=García Gual |nombre=Carlos |enlaceautor=Carlos García Gual |título=La secta del perro: vidas de los filósofos cínicos|editorial=Alianza |ubicación=Madrid |año=2005 |isbn=ISBN 84-206-7767-1}}
* {{cita web|autor=Héroes del Pensamiento |título=Vida de Diógenes. España |año=2013 |url=https://www.youtube.com/watch?v=x09Y-ZXDoNc}}
* {{cita libro |apellido=Infante |nombre=Eduardo |título=No me tapes el Sol. Cómo ser un cínico de los buenos |editorial=Planeta |ubicación=Barcelona |año=2021 |isbn=978-84-344-3341-0}}
* {{cita libro |apellido=Navia |nombre=Luis E. |título=Diogenes The Cynic: The War Against The World |editorial=Humanity Books |ubicación=Amherst, NY |año=2005 |idioma=inglés |isbn=9781591023203}}
{{reftermina}}


== Enlaces externos ==
== Enlaces externos ==
{{commonscat|Diogenes of Sinope}}
{{commonscat|Diogenes of Sinope}}
* [https://www.filco.es/diogenes-sinope-agitador-conciencias/ ''Diógenes de Sínope, el gran agitador de conciencias''] en [https://www.filco.es/ Filosofía&Co].
{{wikiquote|Diógenes de Sínope}}
* [https://www.filco.es/diogenes-sinope-esencia-cinica/ ''Diógenes de Sínope: esencia cínica''] en Filosofía&Co.
* [http://revistanada.com/2011/10/19/el-nihilismo-de-diogenes-de-sinope/ ''El Nihilismo de Diógenes de Sínope''], Diego Volia (revista Nada)
{{wikiquote|Diógenes de Sinope}}
* [[Diógenes Laercio]]: ''[[Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres]]'', VI, 20 - 81 (''Diógenes'').
* [[Diógenes Laercio]]: ''[[Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres]]'', VI, 20 - 81 (''Diógenes'').
* ''[[Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres]]'', VI, 20 - 81 (''Diógenes'').
* ''[[Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres]]'', VI, 20 - 81 (''Diógenes'').
** [http://bib.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12140528718935940987213/ima0327.htm Texto español] en la [[Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes]].
** [https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/vidas-opiniones-y-sentencias-de-los-filosofos-mas-ilustres-tomo-i--0/html/ Texto español] en la [[Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes]].
** [[:m:s:el:%CE%92%CE%AF%CE%BF%CE%B9_%CF%86%CE%B9%CE%BB%CE%BF%CF%83%CF%8C%CF%86%CF%89%CE%BD/%CE%A3%CE%A4#.CE.94.CE.B9.CE.BF.CE.B3.CE.AD.CE.BD.CE.B7.CF.82|Texto griego]] en [[Wikisource]].
** [[:m:s:el:%CE%92%CE%AF%CE%BF%CE%B9_%CF%86%CE%B9%CE%BB%CE%BF%CF%83%CF%8C%CF%86%CF%89%CE%BD/%CE%A3%CE%A4#.CE.94.CE.B9.CE.BF.CE.B3.CE.AD.CE.BD.CE.B7.CF.82|Texto griego]] en [[Wikisource]].
* [http://www.iep.utm.edu/d/diogsino.htm ''Diógenes''] en el [http://www.iep.utm.edu/ sitio] de la [[Internet Encyclopedia of Philosophy]] (en inglés)
* [http://www.iep.utm.edu/d/diogsino.htm ''Diógenes''] en la [[Internet Encyclopedia of Philosophy]] {{en}}


{{NF|412 a. C.|323 a. C.|Diogenes de Sinope}}
{{NF|412 a. C.|323 a. C.|Diogenes de Sinope}}

[[Categoría:Filósofos helenísticos]]
[[Categoría:Filósofos cínicos]]
[[Categoría:Filósofos cínicos]]
[[Categoría:Filósofos de Grecia del siglo IV a. C.]]
[[Categoría:Filósofos de la Antigua Grecia del siglo IV a. C.]]
[[Categoría:Descalzos]]
[[Categoría:Diógenes]]
[[Categoría:Ascetas]]

Revisión actual - 06:12 31 oct 2024

Diógenes de Sinope
Información personal
Nombre en griego antiguo Διογένης ὁ Σινωπεύς Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento c. 400 a. C. Ver y modificar los datos en Wikidata
Sinope (Imperio romano) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento c. 323 a. C. Ver y modificar los datos en Wikidata
Antigua Corinto (Grecia) Ver y modificar los datos en Wikidata
Educación
Alumno de
Información profesional
Ocupación Filósofo Ver y modificar los datos en Wikidata
Alumnos Crates de Tebas y Onesícrito Ver y modificar los datos en Wikidata
Movimiento Escuela cínica Ver y modificar los datos en Wikidata

Diógenes de Sinope (en griego antiguo: Διοɣένης ὁ Σινωπεύς / Diŏgénēs hŏ Sinōpeus; en griego moderno: Διοɣένης ο Κυνικός; en latín: Diogenes Cynicus), también llamado Diógenes el Cínico o Diógenes el Perro (Διογένης ὁ Κυνικός / o Kinikós) fue un filósofo griego perteneciente a la escuela cínica. Nació en Sinope, una colonia jonia del mar Negro,[1]​ hacia el 412 a. C. y murió en Corinto en el 323 a. C.[2]​ No legó a la posteridad ningún escrito; la fuente más completa de la que se dispone acerca de su vida es la extensa sección que Diógenes Laercio le dedicó en su Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres.

Diógenes fue exiliado de su ciudad natal y se trasladó a Atenas, donde se convirtió en un discípulo de Antístenes, el más antiguo pupilo de Sócrates. Diógenes vivió como un vagabundo en las calles de Atenas, convirtiendo la pobreza material extrema en una virtud. Se dice que vivía en una tinaja, en lugar de una casa, y que de día caminaba por las calles con una lámpara encendida diciendo que “buscaba hombres” (honestos). Sus únicas pertenencias eran: un manto, un zurrón, un báculo y un cuenco, hasta que un día vio que un niño bebía el agua que recogía con sus manos y se desprendió de él. Ocasionalmente estuvo en Corinto donde continuó con la idea cínica de autosuficiencia: una vida natural e independiente a los lujos de la sociedad. Según él, la virtud es el soberano bien. Los honores y las riquezas son falsos bienes que hay que despreciar. El principio de su filosofía consiste en renunciar por todas partes a lo convencional y oponer a ello su naturaleza. El sabio debe tender a liberarse de sus deseos y reducir al mínimo sus necesidades.

Vida

[editar]
Diógenes (1882) por John William Waterhouse.

Diógenes nació en la colonia jonia de Sinope, situada en la costa sur del mar Negro, en el 412 a. C. Nada se sabe acerca de su infancia excepto que era hijo de un banquero llamado Hicesias. Ambos fueron desterrados por haber fabricado moneda falsa. Diógenes se gloriaba de haber sido cómplice de su padre, y este suceso prefiguró, en cierto modo, su vida filosófica. Al parecer, estos hechos han sido corroborados por arqueólogos. Han sido descubiertas en Sinope un gran número de monedas falsificadas, acuñadas con un gran formón, que se han datado en la mitad del siglo IV a. C. y otras monedas de la época que llevan el nombre de Hicesias como el oficial que las acuñó [cita requerida]. No están claros los motivos por los que se falsificó la moneda, aunque Sinope estaba siendo disputada entre facciones propersas y progriegos en el siglo IV a. C., y quizá hubiera más intereses políticos que financieros.

En Atenas

[editar]
Diógenes sentado en su tinaja. Jean-Léon Gérôme (1860).

En su nueva residencia, Atenas, la misión de Diógenes fue la de metafóricamente falsificar/desfigurar la “moneda” de las costumbres. La costumbre, decía, era la falsa moneda de la moralidad. En vez de cuestionarse qué estaba mal realmente, la gente se preocupaba únicamente por lo que convencionalmente estaba mal. Esta distinción entre la naturaleza (physis) y lo convencional (nomos) es un tema principal de la filosofía griega y uno de los temas que trata Platón en La República, en concreto en la leyenda del Anillo de Giges.

Se afirma que Diógenes se fue a Atenas con un esclavo llamado Manes, que lo abandonó poco más tarde. Con un humor característico, Diógenes afrontó su mala suerte diciendo: “Si Manes puede vivir sin Diógenes, ¿por qué Diógenes no va a poder sin Manes?”. Diógenes será coherente riéndose de la relación de extrema dependencia entre las personas. Encontró un maestro, que no hacía nada para sí mismo, pero rechazó su ayuda. Le llamó la atención el maestro ascético Antístenes, un discípulo de Sócrates, que, según Platón, había presenciado su muerte. Diógenes pronto superó a su maestro tanto en reputación como austeridad en el modo de vivir. Al contrario que los otros ciudadanos de Atenas, vivió evitando los placeres terrenales. Con esta actitud pretendía poner en evidencia lo que él percibía como locura, fingimiento, vanidad, ascenso social, autoengaño y artificiosidad de la conducta humana.

Diogenes buscando a un hombre, de G. B. C. Castiglione (ca. 1645 - 1655), en el Museo del Prado

Las anécdotas que se cuentan sobre Diógenes ilustran la consistencia lógica de su carácter. Este “Sócrates delirante”, como lo llamaba Platón, caminaba descalzo durante todas las estaciones del año, dormía en los pórticos de los templos envuelto únicamente en su manto y tenía por vivienda una tinaja. Cierta vez pensó que le sobraban cosas entre todas sus pertenencias: tenía su bastón, que necesitaba para caminar; tenía su manto, que le cubría y su zurrón, que contenía una escudilla y un cuenco para comer y beber, respectivamente. Un día, en uno de sus paseos por la ciudad, vio cómo un niño comía lentejas en un trozo de pan y cuando al terminar sus lentejas bebió agua con las manos en una fuente y Diógenes pensó: “Este muchacho —dijo— me ha enseñado que todavía tengo cosas superfluas. Si come sus lentejas con un trozo de pan y cuando termina con ellas bebe agua con sus manos, no necesito ni mi escudilla ni mi cuenco" y acto seguido arrojó contra el suelo ambos y siguió caminando. Un día se estaba masturbando en el Ágora, quienes le reprendieron por ello obtuvieron por única respuesta del filósofo una queja tan amarga como escueta: “¡Ojalá frotándome el vientre el hambre se extinguiera de una manera tan dócil!”. En otra ocasión, apareció en pleno día con un candil, diciendo: “Busco un hombre”.[3]​ Otro relato decía que cierto hombre adinerado le convidó a un banquete en su lujosa mansión, haciendo hincapié en que allí estaba prohibido escupir. Diógenes hizo unas cuantas gárgaras para aclararse la garganta y le escupió directamente a la cara, alegando que no había encontrado otro lugar más sucio donde desahogarse. Diógenes criticó la teoría de las ideas de Platón al decir que veía mesas y tazas pero no las ideas de "mesidad" y la "tazonez",[4]​ optando por oponer la materialidad de los entes particulares.[5]​ Cuando Platón le dio la definición de Sócrates del hombre como “bípedo implume”, por lo cual había sido bastante elogiado, Diógenes desplumó un gallo y ante el asombro de los discípulos y del mismo Platón lo soltó en la Academia diciendo: “¡Te he traído un hombre!” y partió entre risas y doblándose sobre sí mismo.[6]​ Entre la sorpresa y risas de sus discípulos salió Platón al frente respondiendo: "no te preocupes, le agregaremos algo a la definición" y gritó a Diógenes: "El hombre es el bípedo implume con uñas anchas".[7]​ Acto seguido Diógenes dejó de reír, dándose cuenta de que Platón también sabía responder. Escuchando a una persona, probablemente un discípulo de Zenón de Elea, negar el movimiento, Diógenes se levantó y se puso a caminar. En otra ocasión, un ateniense discurría sobre los meteoros y Diógenes le dijo: ¿hace cuánto tiempo que llegaste tú del cielo?".[8]​ Cuando Diógenes asistía a los baños se encontraba siempre con un citarista al que todo el mundo despreciaba y criticaba, mas Diógenes lo saludaba con respeto, incluso con cierta admiración, a lo que algún curioso lo interrogó sobre el motivo por el que saludaba al citarista con lo mal que tocaba, respondiendo a esto Diógenes: "Porque tal y como es toca y canta, pero no roba a nadie". Así fue pasando día tras día y al citarista despreciado por todos Diógenes siempre saludaba, creando, incluso, la frase "Dios te guarde, gallo" para saludarlo. El citarista siempre le devolvía el saludo. Cierta vez el citarista preguntó a Diógenes el motivo por qué lo llamaba así, a lo que Diógenes le contestó: "Porque eres como los gallos, cuando cantas haces levantar a todo el mundo de tu lado". En una ocasión, Diógenes estaba lavando unas hierbas cuando se topó con Aristipo, a quien llamaba el perro real[9], y este le dijo: "Si tú supieras tratar con los hombres, no estarías lavando hierbas". A lo que Diógenes respondió: "Y si hubieras aprendido a prepararte esta comida, no solicitarías los palacios de los tiranos".[10]

En Corinto

[editar]
Alejandro Magno visita a Diógenes en Corinto, por W. Matthews (1914).

Según la leyenda, que parece ser creada con Menipo de Gadara, Diógenes, en un viaje a Egina, fue capturado por los piratas y vendido como esclavo.[11]​ Cuando fue puesto a la venta como esclavo, le preguntaron qué era lo que sabía hacer, y respondió: “Mandar. Comprueba si alguien quiere comprar un amo”. Fue comprado por un tal Jeníades de Corinto, quien le devolvió la libertad y lo convirtió en tutor de sus dos hijos. Pasó el resto de su vida en Corinto, donde se dedicó enteramente a predicar las doctrinas de la virtud del autocontrol.

Durante los Juegos Ístmicos, expuso su filosofía ante un público numeroso. Pudo haber sido allí donde conoció a Alejandro Magno. Se dice que una mañana, mientras Diógenes se hallaba absorto en sus pensamientos y tomando el sol fuera del gimnasio que estaba a las afueras de Corinto, había mucho ajetreo. Se decía que el rey, Alejandro Magno, había llegado. Tal era la fama que tenía Diógenes, que el propio Alejandro estaba interesado en conocer al famoso filósofo. Antes de que Diógenes pudiera saber qué ocurría, se vio rodeado por un montón de ciudadanos de Corinto y se produjo el encuentro. Llegó Alejandro acompañado de su escolta y de muchos hombres más. Alejandro Magno se puso frente a él y dijo: "Soy Alejandro", a lo que Diógenes respondió: "Y yo Diógenes, el perro". Hubo murmullos de asombro ante la sorprendente respuesta del filósofo pues nadie se atrevía a hablar así al rey. Alejandro preguntó: "¿Por qué te llaman Diógenes, el perro?", a lo que Diógenes le respondió: "Porque alabo a los que me dan, ladro a los que no me dan y a los malos les muerdo". De nuevo, más murmullos, pero Alejandro no se dejó inmutar por esas respuestas y le dijo: "Pídeme lo que quieras". Por lo que Diógenes sin inmutarse le contestó: "Quítate de donde estás que me tapas el sol". Se hizo una exclamación generalizada de todos los presentes ante una petición tan pobre a un hombre que todo lo podía dar. Alejandro, sorprendido, le preguntó: "¿No me temes?", a lo que Diógenes le contestó con gran aplomo con otra pregunta: "Gran Alejandro, ¿te consideras un buen o un mal hombre?" Alejandro le respondió: "Me considero un buen hombre", por lo que Diógenes le dijo: "Entonces... ¿por qué habría de temerte?". Toda la gente se escandalizó. Alejandro pidió silencio y dijo: "Silencio... ¿Sabéis qué os digo a todos? Que si no fuera Alejandro, me gustaría ser Diógenes"[cita requerida]. En otra ocasión, Alejandro encontró al filósofo mirando atentamente una pila de huesos humanos. [cita requerida] Diógenes dijo: “Estoy buscando los huesos de tu padre, pero no puedo distinguirlos de los de un esclavo”. Ya casi al final de su vida alguna vez una persona abordó a Diógenes sobre el hecho de que caminara tanto, pues "ahora que estás ya llegando a la meta, ¿no deberías ir más despacio, incluso descansar?", a lo que Diógenes le replicó: "Si tú estuvieras en el final de una carrera y tuvieras la meta ya muy cerca, ¿qué harías? ¿Irías más despacio o tal vez acelerarías el paso? Pues eso es lo que yo hago" [cita requerida].

Aunque la mayoría de las leyendas sobre él dicen que vivía en una tinaja en Atenas, hay algunas fuentes que afirman que vivía en una tinaja cerca del gimnasio Craneum en Corinto. Diógenes Laercio dijo sobre él en Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres:

Al anunciar Filipo que iba a atacar Corintio, y al estar todos dedicados a los trabajos y corriendo de un lado a otro, él empujaba haciendo rodar la tinaja en que vivía. Como uno le preguntara: -¿Por qué lo haces, Diógenes?-, dijo: -Porque estando todos tan apurados, sería absurdo que yo no hiciera nada. Así que echo a rodar mi tinaja, no teniendo otra cosa en qué ocuparme.

Diógenes Laercio también comentó en este libro:

Solía entrar en el teatro topándose con los que salían. Cuando le preguntaron por qué lo hacía, contestó: "Es lo mismo que trato de hacer a lo largo de toda mi vida"

Muerte

[editar]

Sobre la muerte de Diógenes circularon muchas versiones. Según una de ellas, murió de un cólico provocado por la ingestión de un pulpo vivo. Por su parte, el historiador César Cantú establece que murió al caerse de un caballo, o tras haberle mordido un tendón uno de los perros entre los que trataba de repartir un pulpo. Según otra versión, murió por su propia voluntad, reteniendo la respiración, aunque esto sería algo metafórico, pues es imposible morir por dejar de respirar voluntariamente.[12]​ También se decía que sus últimas palabras fueron las siguientes: «Cuando me muera, echadme a los perros. Ya estoy acostumbrado». Bastante tiempo después, Epicteto lo recordaba como modelo de sabiduría. Los corintios erigieron en su memoria una columna en mármol de Paros con la figura de un perro descansado.

Diógenes y los perros

[editar]

Algunas anécdotas sobre Diógenes hablan acerca de su comportamiento como el de un perro y sus alabanzas a las virtudes de los perros. Esto tiene su razón de ser en la palabra cínico. El nombre de cínicos tiene dos orígenes diferentes asociados a sus fundadores. El primero viene del lugar donde Antístenes, su maestro, fundó la escuela y solía enseñar la filosofía, que era el santuario y gimnasio de Cinosargo, cuyo nombre significaría kyon argos, es decir perro ágil o perro blanco. El segundo origen tiene que ver con el comportamiento de Antístenes y de Diógenes, que se asemejaba al de los perros, por lo cual la gente los apodaba con el nombre kynikos, que es la forma adjetiva de kyon, perro. Por tanto kynikos o cínicos sería similares al perro o perruno. Esta comparación viene por el modo de vida que habían elegido estos personajes, por su idea radical de libertad, su desvergüenza y sus continuos ataques a las tradiciones y los modos de vida sociales.

Quienes comenzaron a apodar a Diógenes como «el perro» tenían la clara intención de insultarle con un epíteto tradicionalmente despectivo. Pero el paradójico Diógenes halló muy apropiado el calificativo y se enorgulleció de él. Había hecho de la desvergüenza uno de sus distintivos y el emblema del perro le debió de parecer adecuado para defender su conducta. Los motivos por los que se relaciona lo cínico con lo canino son: la indiferencia en la manera de vivir, la impudicia a la hora de hablar o actuar en público, las cualidades de buen guardián para preservar los principios de su filosofía y, finalmente, la facultad de saber distinguir perfectamente los amigos de los enemigos. Diógenes decía irónicamente de sí mismo que, en todo caso, era «un perro de los que reciben elogios, pero con el que ninguno de los que lo alaban quiere salir a cazar». En mitad de un banquete, algunos invitados comenzaron a arrojarle huesos como si se tratara de un perro. Diógenes se les plantó enfrente y comenzó a orinarles encima, tal como hubiera hecho un perro. También le gritaron «perro» mientras comía en el ágora y él profirió: «¡Perros vosotros, que me rondáis mientras como!». Con idéntica dignidad respondió al mismísimo Platón, que le había lanzado el mismo improperio: «Sí, ciertamente soy un perro, pues regreso una y otra vez junto a los que me vendieron». Diógenes sostenía innecesarios los placeres terrenales al punto de abstenerse cabalmente de ellos rechazando a la sociedad establecida hasta ese momento pero sin intentar reformarla o cambiarla.

Doctrina

[editar]

Sabemos menos de la doctrina de Diógenes que de su vida. Como otros de los cínicos, se preocupó menos de formar escuela que de llevar una vida recta, de acuerdo con los principios de autonomía y desprecio de los usos de la sociedad.

Podemos, sin embargo, distinguirlo de su maestro Antístenes en varios aspectos. De este se dice que consideraba la propiedad como un impedimento para la vida; Diógenes, sin embargo, no le daba valor alguno; se dice que enseñaba que el robo era admisible, pues «todas las cosas son propiedad del sabio». Otras doctrinas son comunes a ambos: la idea de que la virtud consiste fundamentalmente en la supresión de las necesidades; la creencia de que la sociedad es el origen de muchas de estas, que pueden evitarse mediante una vida natural y austera; el aprecio por las privaciones, al punto del dolor, como medio de rectificación moral; el desprecio de las convenciones de la vida social, y la desconfianza de las filosofías refinadas, afirmando que un rústico puede conocer todo lo cognoscible.

El rechazo cínico de las formas de civilización establecidas se extendía al ideal de paideia que llevaba a los jóvenes griegos a practicar la gimnasia, la música y la astronomía, entre otras disciplinas, para alcanzar la areté; Diógenes sostenía que, si se pusiera el mismo empeño en practicar las virtudes morales, el resultado sería mejor. Despreciaba también la mayoría de los placeres mundanos, afirmando que los hombres obedecen a sus deseos como los esclavos a sus amos; del amor sostenía que era «el negocio de los ociosos», y que los amantes se complacían en sus propios infortunios. Sin embargo, consideraba que el coito era una necesidad física; es conocida la anécdota de que, frente al escándalo que provocó al masturbarse públicamente en el ágora, comentó desdeñosamente que desearía poder saciar el hambre simplemente frotándose el vientre. Indiferente a la «opinión pública» o ante la crítica circunstancial... hasta subversivo ante lo pudoroso.[13]

Diógenes decía que los dioses habían dado al hombre una vida fácil, pero que estos se encargaban constantemente de complicarla y hacerla mucho más difícil; que la sabiduría era para los hombres templanza, para los viejos consuelo, para los pobres riqueza y para los ricos ornato.

Se sabe también que sostenía que la muerte no era un mal, pues no tenemos conciencia de ella. Se le considera inventor de la idea del cosmopolitismo, porque afirmaba que era ciudadano del mundo y no de una ciudad en particular.[14]

Sus discípulos fueron Mónimo, Onesícrito, Filisco y Crates de Tebas, y la esposa de este último, Hiparquía.[14]

Iconografía

[editar]

Se han conservado algunos bustos antiguos de Diógenes (Ciudad del Vaticano, Capitolio, Louvre), así como un bajorrelieve en la villa Albani (Diógenes y Alejandro). Es uno de los sabios de la antigüedad más representados por la pintura barroca: Diógenes con la linterna, por Jordaens (Dresde), Ribera (Dresde); Diógenes tirando su escudilla, Poussin (Louvre), S. Rosa (San Petersburgo), K. Dujardin (Dresde).

Véase también

[editar]

Referencias

[editar]
  1. Diogenes of Sinope «Voice in the Wilderness». Archivado desde el original el 17 de octubre de 2015. Consultado el 13 de noviembre de 2011. 
  2. Laërtius y Hicks, 1925, Ⅵ:79, Plutarco, Moralia, 717c., dice que murió el mismo día que Alejandro Magno.
  3. Diógenes Laercio, VI,41.
  4. Diógenes Laercio, Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres, VI, Diogenes, 24.
  5. Jeria Soto, Patricio (00/2010). «Diógenes de Sínope: Una reflexión sobre la problemática del lenguaje filosófico». Byzantion nea hellás (29): 45-54. ISSN 0718-8471. doi:10.4067/S0718-84712010000100003. Consultado el 3 de marzo de 2020. 
  6. «“Bípedo implume”». filosofía.org. 
  7. Esta anécdota, a través de la comparación con el gallo de Platón desplumado en una comedia del siglo XVII, daría lugar poco después a la expresión "Como el gallo de Morón, sin pluma y cacareando".
  8. Diógenes Laercio VI,2,13.
  9. Diógenes Laercio, Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres, II, Aristipo, 1.
  10. Diógenes Laercio, II, Aristipo, 3.
  11. Laërtius y Hicks, 1925, Ⅵ:29
  12. Adrián Baquero Gotor, La traición a Diógenes. Lecturas contemporáneas de la filosofía cínica, p.310, tesis doctoral, Universidad de Zaragoza (2019).
  13. Marco A. denegri: Diógenes, El Comercio, Lima 25 de noviembre de 2013, pág. A·2
  14. a b Copleston, 1946, p. 175.

Bibliografía

[editar]

Enlaces externos

[editar]