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Diferencia entre revisiones de «Saludo de paz»

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Esta forma también fue usada en la iglesia de Roma en los primeros siglos: así atestigua, por ejemplo, [[Justino]]: «Concluidas las oraciones, nos saludamos con el beso»<ref>''Apología'' 1,65.</ref> También es llamada por Tertuliano ''signaculum orationis'' queriendo indicar con ello que el gesto debía ser la conclusión de las oraciones comunes.<ref>Cf. ''De oratione'' 18 en ''CSEL'' 20, 191.</ref> Dado que se trataba de un símbolo que denota alegría, el beso de la paz se suprimía los días de ayuno.<ref>Cf. Jungmann (1951:1020).</ref> E [[Hipólito de Roma]] en su [[Tradición apostólica]], comenta la situación de los catecúmenos:
Esta forma también fue usada en la iglesia de Roma en los primeros siglos: así atestigua, por ejemplo, [[Justino]]: «Concluidas las oraciones, nos saludamos con el beso»<ref>''Apología'' 1,65.</ref> También es llamada por Tertuliano ''signaculum orationis'' queriendo indicar con ello que el gesto debía ser la conclusión de las oraciones comunes.<ref>Cf. ''De oratione'' 18 en ''CSEL'' 20, 191.</ref> Dado que se trataba de un símbolo que denota alegría, el beso de la paz se suprimía los días de ayuno.<ref>Cf. Jungmann (1951:1020).</ref> E [[Hipólito de Roma]] en su [[Tradición apostólica]], comenta la situación de los catecúmenos:
{{cita|Cuando ha terminado la oración (después de la instrucción) los catecúmenos no deben darse el ósculo de paz porque su beso no es aún puro; los bautizados, en cambio, deben saludarse unos a otros, los hombres a los hombres y las mujeres a las mujeres, pero los hombres no deben saludar a las mujeres.}}
{{cita|Cuando ha terminado la oración (después de la instrucción) los catecúmenos no deben darse el ósculo de paz porque su beso no es aún puro; los bautizados, en cambio, deben saludarse unos a otros, los hombres a los hombres y las mujeres a las mujeres, pero los hombres no deben saludar a las mujeres.}}
En tiempos de [[Inocencio I]] (a inicios del siglo V) se cambió el lugar del saludo. Se trasladó al momento tras el Padrenuestro.<ref>Cf. Carta del Papa Inocencio I a Decenzio. Núm 4.</ref> Sin embargo, con el tiempo y hasta la última reforma litúrgica se fue abandonando progresivamente. Quedó sí para las ocasiones más solemnes, un saludo de paz que se daban los presbíteros entre sí o con el obispo y una forma de «transportar» el saludo a los fieles a través de un ''portapaz'', relicario que podía contener también alguna imagen sagrada
En tiempos de [[Inocencio I]] (a inicios del siglo V) se cambió el lugar del saludo. Se trasladó al momento tras el Padrenuestro.<ref>Cf. Carta del Papa Inocencio I a Decenzio: ''Epistola'' 25, 1, PL 20, 553.</ref> Sin embargo, con el tiempo y hasta la última reforma litúrgica se fue abandonando progresivamente. Quedó sí para las ocasiones más solemnes, un saludo de paz que se daban los presbíteros entre sí o con el obispo y una forma de «transportar» el saludo a los fieles a través de un ''portapaz'', relicario que podía contener también alguna imagen sagrada


== En la liturgia católica actual ==
== En la liturgia católica actual ==

Revisión del 12:51 24 abr 2009

El saludo de la paz o el beso de la paz es un rito litúrgico de las iglesias cristianas que se realiza durante la Santa Misa o bien en las conmemoraciones de la cena que, según los Evangelios, Jesús tuvo con sus apóstoles la víspera del día de su muerte.

En la Iglesia primitiva

Al parecer un texto de la Carta a los romanos se refiere a este rito:

Saludaos los unos a los otros con el beso santo
Rm 16,16

Bien pronto se introdujo en la liturgia aunque con diversas modalidades y en distintos momentos de las celebraciones.

Esta forma también fue usada en la iglesia de Roma en los primeros siglos: así atestigua, por ejemplo, Justino: «Concluidas las oraciones, nos saludamos con el beso»[1]​ También es llamada por Tertuliano signaculum orationis queriendo indicar con ello que el gesto debía ser la conclusión de las oraciones comunes.[2]​ Dado que se trataba de un símbolo que denota alegría, el beso de la paz se suprimía los días de ayuno.[3]​ E Hipólito de Roma en su Tradición apostólica, comenta la situación de los catecúmenos:

Cuando ha terminado la oración (después de la instrucción) los catecúmenos no deben darse el ósculo de paz porque su beso no es aún puro; los bautizados, en cambio, deben saludarse unos a otros, los hombres a los hombres y las mujeres a las mujeres, pero los hombres no deben saludar a las mujeres.

En tiempos de Inocencio I (a inicios del siglo V) se cambió el lugar del saludo. Se trasladó al momento tras el Padrenuestro.[4]​ Sin embargo, con el tiempo y hasta la última reforma litúrgica se fue abandonando progresivamente. Quedó sí para las ocasiones más solemnes, un saludo de paz que se daban los presbíteros entre sí o con el obispo y una forma de «transportar» el saludo a los fieles a través de un portapaz, relicario que podía contener también alguna imagen sagrada

En la liturgia católica actual

Según la Instrucción general del misal romano, el saludo de paz es un gesto:

con el cual los fieles imploran la paz y la unidad para la Iglesia y para toda la familia humana, y expresan entre sí un amor mutuo, antes de participar del único pan
IGMR 56b

En el rito romano, se da tras el Padrenuestro precedido por una oración que explica el sentido de la paz que los cristianos se intercambian y desean en ese momento.

En el rito mozárabe hispánico y en el rito ambrosiano el saludo de paz se da tras la oración de los fieles que concluye la así llamada liturgia de la palabra (con las lecturas).[5]

Notas

  1. Apología 1,65.
  2. Cf. De oratione 18 en CSEL 20, 191.
  3. Cf. Jungmann (1951:1020).
  4. Cf. Carta del Papa Inocencio I a Decenzio: Epistola 25, 1, PL 20, 553.
  5. Se cuentan dos posibles orígenes de esta tradición: una indica que según Mt 5,23 se ha de reconciliar con los hermanos antes de «presentar la ofrenda»; otra recuerda que en ese momento los no cristianos que participaran en la liturgia debían salir del templo y se instauró una especie de saludo-despedida.

Bibliografía

  • José Aldazábal, Dizionario sintetico di liturgia, Libreria Editrice Vaticana, Roma 2001, ISBN 88-209-2854-X
  • José A. Jungmann, El Sacrificio de la Misa, BAC, Madrid 1951