Angkor es uno de los sitios arqueológicos más importantes del Asia Sudoriental. Se extiende por unos 400 km², cubiertos en gran parte por la selva, y encierra los admirables vestigios de las distintas capitales del Imperio Jémer, que tuvo su apogeo entre los siglos IX y XIV. Entre esos vestigios destacan el célebre templo de Angkor Vat y el del Bayon, situado en Angkor Thom, que está ornamentado con innumerables esculturas. La UNESCO ha puesto en marcha un vasto programa de salvaguardia de este sitio simbólico y de su entorno. (UNESCO/BPI)[1]
Zona de protección: 155 ha. Zona de respeto: 2643 ha.
Los edificios que componen este santuario dedicado a Shiva están situados en el extremo de una meseta que domina la llanura de Camboya. El templo, compuesto por una serie de santuarios conectados por un sistema de pavimentación y de escaleras a lo largo de un eje de 800 metros, data de la primera mitad del siglo XI a. de C. Sin embargo, su compleja historia se remonta a la creación de una comunidad de eremitas en el siglo IX. El sitio se ha conservado prácticamente en su estado original, debido en gran medida a su situación apartada, cerca de Tailandia. El sitio es excepcional por la calidad de su arquitectura, adaptada al medio ambiente natural y a la función religiosa del templo, así como por por la calidad de sus ornamentaciones de piedra tallada. (UNESCO/BPI)[2]
El sitio arqueológico de Sambor Prei Kuk, "el templo en la riqueza del bosque" en idioma Khmer, ha sido identificado como Ishanapura, la capital del Imperio Chenla que prosperó a finales del siglo VI y principios del siglo VII d.C. Los vestigios de la ciudad cubren un área de 25 km cuadrados e incluyen una ciudad amurallado así como numerosos templos, diez de los cuales son octogonales, únicos especímenes en su género en el sureste asiático. Los elementos de arenisca de la decoración en el sitio son característicos del idioma decorativo anterior a Angkor, conocido como el estilo de Sambor Prei Kuk. Algunos de estos elementos, incluyendo dinteles, frontones y columnas, son verdaderas obras de arte. El arte y la arquitectura que aquí se desarrolló se convirtieron en modelos para otras partes de la región y dieron pie al estilo único Khmer del periodo de Angkor. (UNESCO/BPI)[3]
La inscripción en esta lista es la primera etapa para cualquier futura candidatura. Camboya, cuya lista indicativa fue revisada por última vez el 1 de septiembre de 1992,[4] ha presentado los siguientes sitios:
Bien inmaterial inscrito en 2008 (originalmente proclamado en 2003).
Famoso por los gestos gráciles por sus magníficos trajes, el Ballet Real de Camboya (también llamado danza clásica jémer) está estrechamente asociado a la corte jémer desde hace más de mil años. Sus representaciones acompañaban tradicionalmente las ceremonias reales y diversos acontecimientos como coronaciones, bodas, funerales o fiestas jemeres. Esta forma de arte, que estuvo a punto de ser aniquilada en los años setenta, es venerada por muchos camboyanos.
Investida de una función sagrada y simbólica, la danza encarna los valores tradicionales de refinamiento, respeto y espiritualidad. Su repertorio perpetúa las leyendas asociadas a los orígenes del pueblo jémer. Por eso los camboyanos la han considerado desde siempre como el emblema de la cultura jémer. En el repertorio clásico se distinguen cuatro tipos de personajes: la mujer, Neang; el hombre, Neayrong; el gigante, Yeak; y el mono, Sva. Cada uno posee colores, trajes, maquillaje y máscaras que le son propios. Esas posturas y gestos codificados, cuyo dominio requiere años de formación intensiva, evocan toda la gama de las emociones humanas, desde el miedo y la cólera hasta el amor y la alegría. Una orquesta acompaña la danza, al tiempo que un coro femenino va comentando la intriga y poniendo de relieve las emociones que miman los bailarines. Estos eran considerados como los mensajeros de los reyes ante los dioses y los antepasados.
El Ballet Real casi dejó de existir bajo el régimen represivo de los jémeres rojos, que exterminaron a casi todos los maestros de baile y de música. Inmediatamente después de la derrota de Pol Pot en 1979, resurgieron los grupos de baile y se reanudaron las representaciones del antiguo repertorio. En los últimos años, el ballet casi ha llegado a recobrar el esplendor de antaño, pero se enfrenta a numerosas dificultades, como la falta de dinero y de lugares para las representaciones, la competencia de los media modernos y el riesgo de convertirse en una mera atracción turística. (UNESCO/BPI)
Bien inmaterial inscrito en 2008 (originalmente proclamado en 2005).
El Sbek Thom es un teatro de sombras jémer que presenta marionetas no articuladas de dos metros de alto hechas de cuero calado. El Sbek Thom, que se remonta a un periodo anterior al Angkoriano, junto con el ballet clásico real y el teatro de máscaras, es considerado como sagrado. Dedicado a las divinidades, las representaciones sólo podían tener lugar en ocasiones específicas, tres o cuatro veces al año, tales como el Año Nuevo jémer, el cumpleaños del rey o la veneración de personalidades ilustres. Después de la caída de Angkor en el siglo XV, el teatro de sombras se desarrolló más allá del simple marco ritual para convertirse en una forma artística, al tiempo que conservaba su dimensión ceremonial.
Las marionetas se hacen de una pieza única de cuero según una ceremonia especial para cada personaje representando a dioses o divinidades. Las pieles se tiñen con una solución obtenida a partir de la corteza del árbol kandaol. El artesano dibuja el personaje en la piel curtida, después lo recorta y lo pinta antes de atarlo a dos palos de bambú, lo que permite al bailarín animar la marioneta.
Las representaciones tienen lugar generalmente por la noche al aire libre, al lado de un arrozal o de una pagoda. Un gran telón blanco se coloca entre dos altos palos de bambú delante de una gran hoguera, o, actualmente, de proyectores. Las siluetas de la marioneta se proyectan en la pantalla blanca. Los animadores dan vida a las marionetas con pasos de baile precisos y específicos. La representación está acompañada por una orquesta y dos narradores. Inspirada en el Reamker, la versión jémer del Ramayana, representa escenas de esta epopeya que pueden durar varias noches y requerir hasta 160 marionetas para una sola presentación. Muchas de ellas fueron destruidas bajo el régimen represivo de los jemeres rojos, que casi consiguió aniquilar este arte sagrado. Desde 1979, el Sbek Thom ha sido revitalizado progresivamente gracias a unos pocos artistas supervivientes. Hasta ahora, tres teatros de sombras han logrado renacer de sus cenizas, asegurando así la transmisión de los conocimientos y las técnicas, sobre todo las relacionadas con la fabricación de las marionetas. (UNESCO/BPI)
En países del Asia Oriental y Sudoriental con culturas emanadas de sociedades tradicionalmente cultivadoras de arroz, se practican ritos y juegos de tiro de cuerda para propiciar cosechas abundantes y prosperidad. Estas prácticas culturales, que señalan el comienzo de un nuevo ciclo agrario, contribuyen a fomentar la solidaridad y la diversión entre los miembros de las comunidades. Muchos de esos ritos y juegos poseen también un hondo significado religioso. En la mayoría de las variantes del tiro de cuerda contienden dos equipos, que tiran de los dos extremos de una soga tratando de llevarla hacia su lado. El juego, intencionalmente, está desprovisto de carácter competitivo, lo que evita toda exaltación de la victoria o la derrota de los participantes. Así, se hace hincapié en que se trata de una práctica tradicional destinada a promover el bienestar de las comunidades y se recuerda a sus miembros la importancia que tiene la cooperación mutua. En muchos juegos de tiro de cuerda se pueden observar huellas de antiguos ritos agrarios que simbolizan fuerzas de la naturaleza, como el sol y la lluvia, e incorporan elementos mitológicos o ceremonias de purificación. Los ritos y juegos de tiro de cuerda se suelen organizar ante los ayuntamientos o los templos de los pueblos y suelen ir precedidos por la celebración de ritos conmemorativos en honor de las divinidades locales. Los ancianos del pueblo desempeñan un papel activo en la dirección y organización de los jóvenes, tanto en lo que respecta a la práctica del juego como en lo referente a la celebración de los ritos que lo acompañan. Los ritos y juegos del tiro de cuerda sirven también para reforzar la unidad, la solidaridad y el sentimiento de pertenencia e identidad entre los miembros de las comunidades. (UNESCO/BPI)[5]
El chapei dang veng es una práctica musical tradicional de Camboya estrechamente vinculada a la vida, las costumbres y las creencias de la población del país. Interpretada con un chapei –laúd utilizado a menudo en los eventos culturales– la música se acompaña con canciones. Las letras de éstas pueden ser educativas, con un contenido social, y satíricas, y también suelen incorporan poemas tradicionales, cuentos populares o relatos de inspiración budista. Esta práctica cultural desempeña varias funciones para las comunidades camboyanas, a saber: preservar los rituales tradicionales; transmitir conocimientos y valores sociales, culturales y religiosos; dar a conocer al público la antigua lengua jémer; crear un espacio de expresión sobre temas sociales y políticos; proporcionar entretenimiento a los participantes y espectadores; propiciar el acercamiento entre las generaciones; y reforzar la cohesión social. El arte de interpretar esta práctica cultural exige talento musical, ingenio y facilidad para la improvisación y la narración. Aunque los intérpretes son con frecuencia hombres la práctica del chapei no es objeto de ninguna restricción por razones de género. Transmitido oralmente en el seno de las familias y en el contexto de una relación informal entre maestros y aprendices, este arte tradicional lo practica un número de artistas cada vez más reducido y, además, ya quedan muy pocos maestros que lo dominen. El régimen de los jémeres rojos fue perjudicial para los depositarios de esta tradición cultural e interrumpió su práctica con las consiguientes repercusiones negativas a largo plazo. En efecto, hoy en día las comunidades afrontan la perspectiva de que esta práctica musical tradicional pueda desaparecer. (UNESCO/BPI)[6]