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La señora Dalloway
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Me impresionó Woolf con este libro, el primero que leí de ella. Me gustó todo, letra y música; todos los modos de la narración me parecieron portentosos. Me maravilló ese narrador de espíritu juguetón que nos va colando en el alma de los personajes para mostrarnos sus monólogos interiores caóticos, enrevesados, entrecortados, dispersos, saltarines. Me encantaron esos diálogos icebergs donde se mezcla con tanta agudeza lo dicho, lo callado y lo ni siquiera pensado. Y hasta con el discurso más tradicional de un narrador omnisciente supo estar a la altura.
Un libro soberbio acerca del paso del tiempo y la soledad, repleto de las obsesiones, miedos y debilidades de la autora. La literatura debió de servir a Woolf de catarsis y, al mismo tiempo, como vía de comunicación, siempre difícil, siempre imperfecta, siempre deficiente, siempre decepcionante, con los otros y con el universo todo.
El tema de la soledad abarca tanto la imposibilidad de comunión con los demás como el enfoque existencial de un individuo sin dioses, solo ante el mundo y ante sí mismo sin una base sólida a la que aferrarse.
Y en esta soledad, el tiempo, que imperturbable e indiferente nos va machacando sin piedad, que incomprensiblemente ya transcurría antes de nuestra aparición y seguirá avanzando igual de incomprensiblemente después de que nos hayamos ido, mantendrá el ritmo de la fiesta sin importarle que la muerte haga su presencia en ella una y otra vez.
La novela es una muestra de la habilidad e inteligencia de la autora para las situaciones, tanto las que mantienen el hilo de pensamiento como todas aquellas engarzadas para crear el ambiente adecuado, para transmitir el sentimiento correcto o para describir el rasgo definitorio de cada personaje.
Unos personajes que parecen recoger cada uno de ellos alguna parte de ella misma, partes no queridas. La visión de conjunto sobre el ser humano es desoladora. Un ser dejado de la mano de dios, necesitado de comunicación, de roce e imposibilitado para una intimidad real, para un profundo conocimiento del otro, que le deja desamparado. Un ser veleidoso, caprichoso, vanidoso y perplejo ante la complejidad de la vida, que es incapaz de comprender como las cosas no pueden funcionar de forma más sencilla, tan fácil como acercarse a esa bella muchacha que el azar, que no es el azar, ha puesto en nuestro camino y decirle “Venga conmigo a tomar un helado” y que ella nos responda naturalmente “Ah, sí”.
Woolf es dura con el ser humano en general, pero fundamentalmente con ella misma. Es dura con la cobardía de Clarissa ante la realización de sus deseos, con su debilidad ante la opinión de los demás, con su esnobismo. Es dura con la inseguridad de Peter Walsh, siempre manoseando su cortaplumas, con su falta de ambición, con su falta de lucha en la consecución de sus objetivos, con su cobardía para hacer frente a sus sentimientos. Es dura con la frialdad ecuánime de Richard, con su serenidad, con su falta de pasión, con su falta de sensibilidad artística. Es dura con la insustancialidad de Hugh, con su bobería, con su autocomplacencia.
Pero sobre todo es dura, durísima, con la señorita Kilman, lo cual es muy llamativo. La señorita Kildman que parece encarnar a la mujer liberada, autosuficiente, alejada de injustos sentimentalismos y capaz de hacer frente a la opinión dominante si la cree injusta, concentra, sin embargo, una buena parte de los odios de Woolf, quizás de los odios contra sí misma: odia su inteligencia (“la inteligencia es estúpida”); su falta de compasión, su trascendentalismo frío; sus aires de superioridad, su intolerancia, su afán por someter a los demás con su alta moral y, cómo no, también su debilidad.
Solo dos personajes se escapan a esta impiedad con el ser humano. Uno es Sally Seton, posiblemente la representación de su deseo, de su ideal, el espejo donde Clarissa no quiere mirarse, la independencia sin pretensiones, la claridad de sentimientos y de ideas, la mujer libre y dueña de sí misma. El otro es el encargado de, en base a sus opiniones y a su propia vida, darnos una buena parte de esa imagen tan descorazonadora del ser humano, el imposibilitado para sobrellevar la vida, el desesperado que ve la muerte como un abrazo, Septimus Warren Smith. Parece que este también tenía mucho de ella.
Un libro soberbio acerca del paso del tiempo y la soledad, repleto de las obsesiones, miedos y debilidades de la autora. La literatura debió de servir a Woolf de catarsis y, al mismo tiempo, como vía de comunicación, siempre difícil, siempre imperfecta, siempre deficiente, siempre decepcionante, con los otros y con el universo todo.
El tema de la soledad abarca tanto la imposibilidad de comunión con los demás como el enfoque existencial de un individuo sin dioses, solo ante el mundo y ante sí mismo sin una base sólida a la que aferrarse.
Y en esta soledad, el tiempo, que imperturbable e indiferente nos va machacando sin piedad, que incomprensiblemente ya transcurría antes de nuestra aparición y seguirá avanzando igual de incomprensiblemente después de que nos hayamos ido, mantendrá el ritmo de la fiesta sin importarle que la muerte haga su presencia en ella una y otra vez.
La novela es una muestra de la habilidad e inteligencia de la autora para las situaciones, tanto las que mantienen el hilo de pensamiento como todas aquellas engarzadas para crear el ambiente adecuado, para transmitir el sentimiento correcto o para describir el rasgo definitorio de cada personaje.
Unos personajes que parecen recoger cada uno de ellos alguna parte de ella misma, partes no queridas. La visión de conjunto sobre el ser humano es desoladora. Un ser dejado de la mano de dios, necesitado de comunicación, de roce e imposibilitado para una intimidad real, para un profundo conocimiento del otro, que le deja desamparado. Un ser veleidoso, caprichoso, vanidoso y perplejo ante la complejidad de la vida, que es incapaz de comprender como las cosas no pueden funcionar de forma más sencilla, tan fácil como acercarse a esa bella muchacha que el azar, que no es el azar, ha puesto en nuestro camino y decirle “Venga conmigo a tomar un helado” y que ella nos responda naturalmente “Ah, sí”.
Woolf es dura con el ser humano en general, pero fundamentalmente con ella misma. Es dura con la cobardía de Clarissa ante la realización de sus deseos, con su debilidad ante la opinión de los demás, con su esnobismo. Es dura con la inseguridad de Peter Walsh, siempre manoseando su cortaplumas, con su falta de ambición, con su falta de lucha en la consecución de sus objetivos, con su cobardía para hacer frente a sus sentimientos. Es dura con la frialdad ecuánime de Richard, con su serenidad, con su falta de pasión, con su falta de sensibilidad artística. Es dura con la insustancialidad de Hugh, con su bobería, con su autocomplacencia.
Pero sobre todo es dura, durísima, con la señorita Kilman, lo cual es muy llamativo. La señorita Kildman que parece encarnar a la mujer liberada, autosuficiente, alejada de injustos sentimentalismos y capaz de hacer frente a la opinión dominante si la cree injusta, concentra, sin embargo, una buena parte de los odios de Woolf, quizás de los odios contra sí misma: odia su inteligencia (“la inteligencia es estúpida”); su falta de compasión, su trascendentalismo frío; sus aires de superioridad, su intolerancia, su afán por someter a los demás con su alta moral y, cómo no, también su debilidad.
Solo dos personajes se escapan a esta impiedad con el ser humano. Uno es Sally Seton, posiblemente la representación de su deseo, de su ideal, el espejo donde Clarissa no quiere mirarse, la independencia sin pretensiones, la claridad de sentimientos y de ideas, la mujer libre y dueña de sí misma. El otro es el encargado de, en base a sus opiniones y a su propia vida, darnos una buena parte de esa imagen tan descorazonadora del ser humano, el imposibilitado para sobrellevar la vida, el desesperado que ve la muerte como un abrazo, Septimus Warren Smith. Parece que este también tenía mucho de ella.
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La señora Dalloway.
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October 23, 2017
– Shelved
Started Reading
October 26, 2017
–
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message 1:
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María
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Aug 30, 2018 01:40AM
Qué bueno saber!! Es de los libros que tengo pendientes que no he ni empezado a leer porque tenía miedo (antes) de que fueran malos jejej :)
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Uf, pues tengo que advertirte que sí, que es mala, malísima. Es horriblemente antipática y no admite a cualquiera y, sobre todo, produce adición, una adición fortísima e incontrolable que te llevará a leer todo Woolf.
El que avisa...
El que avisa...
Wow, what a gorgeous review, Guille! I like Woolf's writing style too. No doubt her work is to be read as a crucial transition in modern literature.
Buena reseña. Has expresado con mucha claridad lo que he sentido al leerla. Se puede encontrar más de esta versión de Woolf en Al faro. En cambio Las olas me resultó imposible de leer
Gracias, Fede. Estoy de acuerdo. Woolf puso unas cuantas piedras en el nuevo camino que siguió la literatura.
Pedro wrote: "Buena reseña. Has expresado con mucha claridad lo que he sentido al leerla. Se puede encontrar más de esta versión de Woolf en Al faro. En cambio Las olas me resultó imposible de leer"
Gracias, Pedro, me alegro de haber compartido contigo impesiones con esta gran novela.
Ya leí Al faro y me gustó casi tanto como esta. Lamento lo que dices de Las olas. Cuando la lea, ya te diré.
Gracias, Pedro, me alegro de haber compartido contigo impesiones con esta gran novela.
Ya leí Al faro y me gustó casi tanto como esta. Lamento lo que dices de Las olas. Cuando la lea, ya te diré.
María wrote: "¡fantástica reseña!"
Muchas gracias, María, ya he visto que a ti también te gustó mucho la novela.
Muchas gracias, María, ya he visto que a ti también te gustó mucho la novela.
Debo confesar que no había leído a Woolf, pero últimamente estoy con una vena inglesa y sabía que era un pendiente y una verguenza haber llegado a tener 41 años y no haberla leído todavía. No me decepcionó y curiosamente creo que era el momento de leerla. Creo que hay lecturas para momentos y dependiendo de donde estás son más o menos intensas. Aunque necesitaba algo con menos diálogo interno, una semana después reflexiono y me doy cuenta que este libro es interesante leerlo cuando en tu vida muchas cosas no tienen marca atrás.
María wrote: "Debo confesar que no había leído a Woolf, pero últimamente estoy con una vena inglesa y sabía que era un pendiente y una verguenza haber llegado a tener 41 años y no haberla leído todavía. No me de..."
Tienes toda la razón, María. Hay libros que no disfrutamos simplemente porque no estamos preparados o no tenemos la madurez suficiente. Yo lo estoy comprobando últimamente con lecturas que no me gustaron en su día y que ahora me apasionan.
Tienes toda la razón, María. Hay libros que no disfrutamos simplemente porque no estamos preparados o no tenemos la madurez suficiente. Yo lo estoy comprobando últimamente con lecturas que no me gustaron en su día y que ahora me apasionan.
Coincido! Empecé las olas y por más que intenté no lograba encajar con ella. Pero la Señora Dalloway es otra cosa, y claramente, cada libro tiene su momento con quien lo lee.
Muchas gracias, Juanita.
A mí me gustaron muchísimo ambas, ya tendrás también tu momento para Las olas.
A mí me gustaron muchísimo ambas, ya tendrás también tu momento para Las olas.
Es interesante como cada lector interpreta a los autores, de distintas formas, no he leído la Biografía de Woolf porque quiero leer sus novelas, pero en realidad nunca me ha parecido que proyecte lo que no le gusta de ella misma, siempre la sentí con sus personajes en parte biográficamente de ella y sus cercanos, pero en parte crítica a la sociedad inglesa con ese humor negro y sarcástico que caracteriza a los ingleses, que en Orlando queda clarísimo como utiliza la ironía para criticar a la sociedad y los convencionalismos. Por ejemplo en el caso de la señora Klimt que cómo bien dices es un personaje liberado a mi punto de vista lo sentí como una crítica sobre esas mujeres que tienen todo para ser independientes, muy inteligentes pero al final no lograban nada por sus propias inseguridades (estándares de belleza de la época que parece opacarla más que cualquier otro atributo).
En fin, muy buena reseña como siempre!
En fin, muy buena reseña como siempre!
Gracias, Montserrat.
Quizás tengas razón, no soy un experto en la obra de Virginia Woolf y mucho menos en su biografía, pero creo que toda gran obra es siempre autobiográfica de un modo u otro y me pareció algo muy llamativo el hecho de que la autora fuera tan dura precisamente con la mujer liberada que encarna la señorita Kildman.
Quizás tengas razón, no soy un experto en la obra de Virginia Woolf y mucho menos en su biografía, pero creo que toda gran obra es siempre autobiográfica de un modo u otro y me pareció algo muy llamativo el hecho de que la autora fuera tan dura precisamente con la mujer liberada que encarna la señorita Kildman.
Federico wrote: "Excelente reseña y análisis Guille! Me perdí de todo eso pero te acepto el helado!"
Gracias Federico, y siento tu experiencia con Woolf, seguimos con nuestros habituales desencuentros.
Gracias Federico, y siento tu experiencia con Woolf, seguimos con nuestros habituales desencuentros.
Guille wrote: "Gracias Federico, y siento tu experiencia con Woolf, seguimos con nuestros habituales desencuentros."
Siempre nos quedará París, digo El Principito.
Siempre nos quedará París, digo El Principito.
Federico wrote: "Guille wrote: "Gracias Federico, y siento tu experiencia con Woolf, seguimos con nuestros habituales desencuentros."
Siempre nos quedará París, digo El Principito."
jajajajaja
Siempre nos quedará París, digo El Principito."
jajajajaja
De cabeza estoy sumergiéndome fn la novela. Siempre un placer leer tus reseñas. Es etiqueta de calidad garantizada.
Space Little Wing wrote: "De cabeza estoy sumergiéndome fn la novela. Siempre un placer leer tus reseñas. Es etiqueta de calidad garantizada."
Siento no haberte contestado, no me salió la notificación, cosa que, no sé por qué, me pasa a menudo. Gracias por la confianza. ¿La leíste, qué te pareció?
Siento no haberte contestado, no me salió la notificación, cosa que, no sé por qué, me pasa a menudo. Gracias por la confianza. ¿La leíste, qué te pareció?
Espectacular reseña, Guille, enhorabuena. Esta es una lectura que se queda clavada en la retina y que sigue creciendo, una vez leída, con el paso del tiempo. Solo he leído esta y Una habitación propia de Woolf. ¿Con cuál me recomiendas seguir? ¿Quizás Orlando?